domingo, 14 de enero de 2018

El Martinismo, una tradición literaria IV – La Tabla Natural – Parte II: Los Signos Primordiales


Continúa el viaje hacia el Mundo Intelectual propuesto por el Filósofo Desconocido en la Tabla Natural. Para adentrarnos en temas como el mito de la Tradición Universal, las formas simbólicas de las tradiciones y las bases pansóficas de esta increíble obra, es necesario hacerse una idea sobre la estructura del universo y del Pensamiento Divino que, en definitiva, explican al Hombre mismo.

(A continuación, se transcribe parcialmente una conferencia de S. Laude dictada en Buenos Aires el 1 de marzo de 2002. Se incluyen tres figuras que presentó la expositora en dicha ocasión. El resto de las imágenes no formó parte de la conferencia y son un agregado editorial a la presente transcripción.)

En primer lugar quiero dar mi agradecimiento a los presentes y a los organizadores por haberme invitado e insistido lo suficiente para que me anime a colaborar en la difusión de la obra de Louis-Claude de Saint-Martin. Aunque, a mi entender, soy apenas una modesta aficionada a sus textos.

La audacia de mis anfitriones aliada con mi imprudencia, me han llevado a pronunciar algunas pocas palabras sobre una de las obras mayores de Saint-Martin: Tableau Naturel… Con certeza no puedo decir que he agotado el libro, porque relectura tras relectura siempre descubro cosas insospechadas en la obra... y en mí. A lo cual, voy a declararme ante ustedes como eterna viajera de las tierras de esta poesía iniciática.

Una obra que se renueva constantemente junto al lector, se convierte en un problema para quien debe preparar un artículo o una charla sobre ella. Finalmente, decidí contarles algo que pueda resultar útil para quien desea empezar a transitar la Tabla Natural. Quizás, sea demasiado pretencioso de mi parte guiarlos por este laberinto, del cual no conozco siquiera la salida. Ni estoy segura de que exista tal cosa. Por eso, he decidido hablar de les signes primitifs, que bien podría ser una de las miles de llaves capaces de abrirnos algunos de los infinitos misterios ocultos en la Tabla.

El hecho de que haya decidido limitarme a este tema en particular, no es porque lo domine a  la perfección. Por el contrario, creo que me encuentro en el medio del río, donde la velocidad de la corriente, la profundidad y los peligros son máximos. Pero hablar desde esta posición, me permite contarles con un sentimiento justo y vivo, lo que podrían experimentar ustedes. Si es que deciden internarse por los caminos de este meandro de arcanos y resultan atrapados por él. Tengamos en cuenta que el arquitecto que lo diseño, lo hizo con gran esmero y dedicación.



Por fortuna, la Tabla Natural sigue viva y nos alcanza a pesar de los cientos y tantos de años transcurridos. Sobretodo, a pesar de ciertas organizaciones que han hecho todo lo posible para olvidar y sepultar sus enseñanzas. He escuchado a algunos de sus líderes dar las excusas más inesperadas para justificar la falta de estudio de las obras fundamentales del Filósofo Desconocido. Por ejemplo, han dicho que Saint-Martin ya había sido superado. Que se ha avanzado mucho respecto de aquella época. Que ya no necesitamos recurrir a libros de difícil lectura y mucho menos en otros idiomas. Que no valen el esfuerzo de traducirlos, porque quedaron des-actualizados y alcanza con las prácticas que se han ido perfeccionando con los años. Entonces, al estudiante en español, se le suelen dar textos más modernos y con un lenguaje más accesible. Por supuesto, que estos sustitutos han estado siempre acordes a las modas esotéricas del momento y al servicio de la conveniencia de la escuela de turno.

Vengo a traerles una mala noticia. Cuando uno compara los textos modernos con la Tabla Natural, todos ellos resultan ser obras mas bien vulgares y sin brillo. El volumen de Saint-Martin se verifica siempre irreemplazable para el estudiante con pretensiones serias sobre la vía íntima. Es verdad que los obstáculos no son pocos. Debemos recurrir al francés, al inglés o al portugués para acceder a esta obra. Debo decir también que el francés de los autores románticos es más sofisticado, que el francés que se enseña en la Alianza. Sin embargo, bien vale el esfuerzo extra. Espero que en un futuro no muy lejano, se publique una merecida y digna traducción al español. Esto sería un gran paso para corregir tantos desvíos y manoseos que se han hecho de la vía íntima desde la fundación de la Orden Martinista.



Saint-Martin, habiendo sido un prolífico escritor, trabajó minuciosamente con el lenguaje. Pero, más allá de ser una actividad afín a su labor, conviene entender que él concebía como lenguaje no sólo a lo vinculado con la literatura, sino también a la aritmética, a la geometría, a los símbolos, a la mitología, a la ciencia, a la religión, etc. Cualquier sistema abstracto capaz de expresar o estructurar ideas, constituía para Saint-Martin un lenguaje. La Tabla, entre tantas cosas que comprende, también incluye un estudio de las lenguas y de los diversos sistemas de escritura de la humanidad. Saint-Martin veía en los incontables sistemas y lenguas un origen común. Y ese origen es la lengua primordial, la cual no fue creada por la humanidad, sino por la Divinidad.

“Es cierto que los sonidos y los caracteres alfabéticos que se utilizan como instrumentos fundamentales de todas las palabras que empleamos para manifestar nuestras ideas deben estar ligados a signos y a sonidos primordiales que les sirven de base...” y más adelante agrega: “… no debemos detenernos por la variedad infinita de los que están en uso entre las diferentes naciones de la Tierra; esta variedad sólo prueba nuestra ignorancia.”



Esta idea puede ser asimilada como un desarrollo del mito bíblico de la Torre de Babel del Génesis, y también del Pentecostés del Nuevo Testamento. Con esto quiero decir que Saint-Martin sabía que uno de los mayores misterios a que se enfrenta la humanidad es el lenguaje. La Tabla Natural puede ser interpretada como un tratado sobre la Lengua Universal. Una lengua primordial y total, de la que han emanado todas las demás, como se ha dicho. Pero, mucho más revelador e interesante es que la lengua primordial constituye el mecanismo por el que Dios creó al Hombre y al Universo. Entonces, no se trata de una lengua que la humanidad se ha dado a sí misma, sino de aquella que le fue dada por las Facultades Creadoras de la Divinidad y por medio de la cual la humanidad devino a la existencia. No sé si es un abuso de mi parte, pero esta lengua primordial, en su acción divina y pura, la relaciono con el Logos mismo. O mejor dicho, entiendo que es el vehículo por el cual se siembra el Verbo.

Estamos frente una obra con pretensiones universales. Ustedes pueden pensar que está búsqueda de la lengua primordial no es nueva. Sin embargo, sí es novedosa su síntesis particular y el sistema por el que se conforma esta lengua para Saint-Martin. Comencemos por recordar algunas cuestiones sobre la lengua escrita. Es indudable que un sistema de escritura debe poder convertir sus signos en expresiones de la lengua oral, y viceversa. Conocemos dos tipos de escrituras, las ideográficas y las fonéticas. Las primeras están basadas en representaciones de la idea y no de los sonidos. Es decir, que un ideograma de “montaña”, no codifica ni reproduce el sonido “montaña”, sino sólo el concepto mental de montaña. Luego, el lector le asignará la fonética conveniente. Tal como sucede con los números arábigos, donde “1” significa la idea de la unidad, y puede pronunciarse de diferente manera según la fonética de cada lengua (uno, one, un, ένας, один, ett, etc). Por eso, personas que hablan distintos idiomas y que no pueden comunicarse oralmente, sin embargo, se pueden entender mediante el lenguaje matemático escrito. Las escrituras fonéticas se dividen, a grandes rasgos, en las silábicas como la cuniforme sumeria y en las alfabéticas como la que usamos actualmente. Las fonéticas, sobretodo las alfabéticas, poseen dos ventajas interesantes frente a las ideográficas. La primera es que permiten al lector pronunciar palabras desconocidas para él y la segunda es que, siguiendo sus reglas, es posible crear con facilidad palabras nuevas.



Recordemos que Saint-Martin pensaba que los caracteres y los sonidos de nuestras lenguas provenían de signos y sonidos arquetípicos que conformaban la lengua primordial. Por tanto, la “escritura universal” tiene que ser al mismo tiempo ideográfica y fonética. Porque siendo la representación de la lengua matriz de todo lo creado, debe ser posible combinar estos caracteres y sonidos para producir ideas complejas. Así se explica que en la Tradición rosacruz, pronunciar algo en la lengua primordial es lo mismo que traerlo a la existencia.

Una de las cuestiones que aborda Saint-Martin en la Tabla, es enseñarnos los caracteres que componen el Alfabeto Universal. Sus ideas se corresponden con la visión de los rosacruces acerca de la Tradición, del origen y del destino del Hombre y de la conservación de la Sabiduría Perenne por la humanidad caída.

En el capítulo IV de la Tabla Saint-Martin define los caracteres de la lengua universal y para ello introduce la locución “signes primitifs”. La presenta al lector de forma gradual, como la consecuencia natural de que las Facultades Creadoras necesitaban un intermediario para alcanzar a las cosas materiales. Saint-Martín construye la expresión partiendo de la idea de que los elementos intermediarios constituyen les premiers signes de las facultades superiores que fueron emanados inmediatamente de ellas. Luego, en el párrafo siguiente, reemplaza el adjetivo premiers por el de primitifs e invierte el orden entre el sustantivo y el adjetivo, dando ahora mayor protagonismo a la palabra signes. Siendo éste un elemento tan importante dentro la doctrina martinista, me he preguntado cual sería la expresión en español apropiada para traducirlo.



El vocablo francés "signe", etimológicamente comparte el mismo origen del español "signo". Ambos provienen del latín "signum", que significa marca, señal, estandarte. Otra acepción que merece ser analizada es la idea de signo como gesto o movimiento, que nos lleva a otro de los dilemas centrales que han planteado los rosacruces: cómo lo que es inmóvil por naturaleza, es decir Dios, puede moverse para poner en marcha la Creación. En cuanto a la palabra "primitif" también admite en francés la acepción de inicial, de dar comienzo, de originar.

Con esta expresión, creo que Saint-Martin trató de decirnos que estos movimientos o señales en particular, son los que marcan el origen de todas las cosas. Ellos son los gestos que fueran articulados en el Principio por el Pensamiento Divino y que desencadenaron toda la Creación. Aunque hay que tener bien en claro que estos movimientos no son el Pensamiento Divino mismo. Sino, sólo el comienzo de su proyección y uno de sus primeros reflejos. Quizás una traducción podría ser Movimientos Precursores o Iniciadores. Sin embargo, adoptar el término Movimientos Precursores, parece un tanto imprudente, dado la lejanía con la expresión signes primitifs. Me parece más apropiado denominarlos signos primordiales, ya que además de cierta  correspondencia fonética, se trasmite también la noción de un lenguaje de movimientos que guían los acontecimientos cosmogónicos.



Lo importante, no es el concepto en sí mismo. Porque bastaría una noción cercana como arquetipos o arcanos para asimilar esta idea. Hay que estar atentos a lo que se nos dice acerca de la estructura de este lenguaje. Es decir, la combinación de los signos primordiales. Saint-Martin presenta, al menos, una doble exposición. Por un lado, cada capítulo está dedicado a delinear el ideotexto de uno de estos 22 signos primordiales. Digo ideotexto, porque se trata de una representación literaria y no gráfica de las ideas que encierran los caracteres de la lengua universal. Por el otro, Saint-Martin nos muestra una gran cantidad de relaciones entre los distintos atributos de los signos primordiales. La enumeración de estos ejemplos es meramente enunciativa. Esto tiene por finalidad que seamos capaces de establecer libremente asociaciones entre estos elementos. Notemos que hemos llegado al punto donde tenemos un conjunto de signos que se vinculan entre sí, con lo cual, estamos en condiciones de tratarlos como un sistema simbólico.

Espero que no estén demasiados cansados, porque es a partir de aquí que puedo explicarles la idea que deseo trasmitirles. Saint-Martin puso mucho cuidado en no presentar un esquema cerrado, como una tabla de correspondencias. Al contrario, dejó la puerta abierta para empujarnos al estudio de los extravagantes mecanismos por los cuales es posible generar infinitas combinaciones que dan forma a la Lengua Universal. Ella no puede tener límite alguno. Ya que la misma lengua es la representación de la potencias creadoras de la Divinidad. Por lo tanto, ponerle un límite a esta lengua primordial, sería lo mismo que negar la Omnipotencia Divina.

Primera Figura
Esquema de la Cosmogonía Numérica de los Elu Cohen


A esta altura, es probable que muchos de ustedes hayan estado pensando en el Tarot o en la Cábala. Sin embargo, estos sistemas simbólicos resultan sustitutos inadecuados por ser demasiado sencillos para darnos una idea clara y directa de lo que pretende comunicarnos Saint-Martin. Como les mencioné, el texto que nos ocupa no viene acompañado de ningún gráfico. Entonces, para ilustrar lo que quiero decirles, les traje algo que muchos de ustedes ya conocen. Esta figura, según se dice, [1] la diseño Saint-Martin y representa la cosmogonía numérica de la doctrina de los Elu Cohen. Se aprecia que se utiliza un esquema parecido al árbol de la vida cabalístico. Por lo general, la mayoría de las escuelas modernas nos presentan este tipo de síntesis gráfica, que es el mapa ejemplar de la vía y al que debemos seguir. Observen ustedes que Saint-Martin deja en la parte superior una circunferencia abierta, incompleta. Como si faltara una parte del esquema que no llegamos a apreciar porque estamos mirando tan solo un detalle del grabado total.

Segunda Figura
El círculo de las seis cosmogonías


Veremos en la siguiente figura [2] como, según lo entiendo, nos dice la Tabla Natural que se debe completar este misterioso círculo superior. En lugar de una sola cosmogonía resulta que ahora tenemos seis. Quiero aclarar algo importante. Por razones de simplificación del lenguaje visual, he repetido el mismo esquema cosmogónico que aparece en la primera figura. Pero, en realidad, cada una de estas seis cosmogonías son diferentes y únicas. A fin de ser mas realista, debería haber reflejado esas diferencias en sus esquemas internos.

Tercera Figura
Las 216 cosmogonías (6 x 6 x 6)

Tengan esto presente al observar la siguiente figura [3]. Aquí nos encontramos ya con 216 cosmogonías distintas. Podríamos seguir multiplicando esto cuanto quisiéramos, sin olvidar que cada cosmogonía es única e irrepetible. Insisto en que éste es un detalle sumamente importante. El panorama que les he presentado, si bien no es exacto, creo que es suficiente para ilustrar hacia a donde quiero avanzar. También es eficaz para que empiecen a darse cuenta de que Saint-Martin tenía una visión mucho más amplia del Océano Cosmogónico que la que poseen la gran mayoría de nuestros contemporáneos. Ellos, simplemente, se contentan con pescar cómodamente dentro de una pecera. El problema es cuando aconsejan que todos hagamos lo mismo.

De regreso a la Tabla Natural, al comienzo del libro, se establece un paralelismo entre el pensamiento individual y el Pensamiento Divino. Por él, se define que el Principio Primero no puede cesar de emanar Seres de Luz, producto de sus pensamientos. Estos seres constituyen también universos. Lo que implica, que nuestro universo, es sólo uno de los infinitos universos posibles. Además, es un lugar de exilio, por lo que se trata de un Ser imperfecto que existe separado de la Divinidad. De esta manera, Saint-Martin nos obliga a levantar la vista y a contemplar un paisaje que abarca incontables Tiempos y Espacios. Las dimensiones del espectáculo cosmogónico total, la Gran Creación, presenta medidas absurdas a cualquier hombre. Supongamos que nos encontramos en una noche despejada en el medio del océano, contemplando un vasto cielo nocturno colmado de estrellas desconocidas y suntuosos fenómenos celestes. Imaginemos a la Gran Creación como incontables puntos de Luz que se acercan y se alejan del Gran Centro Universal, del que emanan constantemente nuevas luminarias que alimentan el colosal espectáculo, similar a las descripciones dantescas de los Cielos más altos. Si nos acercamos lo suficiente a alguno de estos pequeños astros, descubriríamos que son Seres que contienen un universo luminoso en el que cada uno de sus incontables puntos son también Seres universales dentro de sí mismos. La Gran Creación es dinámica y veloz, nunca se detiene. Vemos sucederse a velocidades sorprendentes admirables constelaciones e intrincadas galaxias. Ante nosotros se desarrollan extraños fenómenos celestes de una magnificencia y de colores indescriptibles. Cuando fijamos la vista en un sector, al volver a contemplar la totalidad, ya ha cambiado tanto la composición general que se nos presenta irreconocible.



Reflexionemos sobre en estas metáforas en la que cada punto es un Ser, cada Ser es un universo compuesto, a su vez, de incontables universos. Cada universo es una cosmogonía única e irrepetible. Porque si hubiese cosmogonías que fueran iguales, entonces sería pretender que el Ser de los Seres se repita. Que se duplique la Unidad, y ya no sería Única, sino dual. Sus Facultades Creativas estarían limitadas y el Gran Ser de los Seres sería falso. Entonces, las infinitas cosmogonías de la Gran Creación son inescrutables. Sin importar la escala, no hay un sólo universo que reitere la estructura de otro.

Esta visión nos da vértigo por nuestros ínfimos y ridículos egos. Al contemplar la inmensidad de la Gran Creación, tomamos conciencia de lo insignificantes que somos las individualidades humanas. Siempre que experimento este tipo de visiones, me invade la necesidad de pedir disculpas por mi insolente soberbia y egoísmo. Más que nada, por mi falta de Amor a todos los Seres. Como humanidad, estamos en una situación desesperante. Hemos Caído en las entrañas de uno de los seres falsos e imperfectos. Se trata de un universo apagado, compuesto de materia oscura, cuyo certero destino es la muerte. Él es nuestra tenebrosa e implacable prisión. Pero también, esta visión aterradora sobre nuestro estado actual, es al mismo tiempo, según Saint-Martin, esperanzadora. Porque si, a pesar de la inmensidad de la Unidad de todas las cosas, somos capaces de vislumbrar en nosotros mismos nuestro universo interior y sus infinitas conexiones con todos los Seres de la Gran Creación, entonces hay posibilidades de escapar. No olvidemos que nuestro universo íntimo también ha sido construido con los signos primordiales. Es por los prodigios de esta Lengua Primordial que podemos depurar en nosotros mismos la materia oscura y permitir que nuestras luces brillen, a fin de que podamos retornar al eterno y majestuoso festival de La Luz Divina.


S. Laude


*
*      *


Licencia Creative Commons
El Martinismo, una tradición literaria IV - La Tabla Natural Parte II: Los Signos Primordiales por Sociedad de Estudios Martinistas se distribuye bajo una Licencia Creative Commons Atribución – No Comercial – Sin Obra Derivada 4.0 Internacional.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.