sábado, 27 de abril de 2024

Arcanos Mayores del Tarot - VIII La Justicia a través de todos los planos - Serie simbólica 40

 

Dejemos caer el velo sobre el abismo de los desórdenes y los dolores, y detengamos la mirada en los auxilios que nos rodean, para descubrir en ellos cuántas esperanzas nos quedan aún.

L.C.S.M. (La Tabla Natural §VII)


    Atrás ha quedado El Carro con su Victoria sobre los Opuestos. Avanzamos ahora hacia la octava casilla. Pero un personaje, espada en mano, nos corta el paso y somete a juicio nuestras acciones. ¿En qué se diferencia la noción de Justicia interior con la del Mundo?

     En cuanto a sus referencias astrológicas, la constelación de Libra fue instaurada por los romanos hace unos 2.000 años, cuando el Sol  se encontraba en el equinoccio de otoño alrededor del 23 de septiembre. El paso por Libra coincidía con el momento astronómico en que  los días y las noches tenían igual duración. Esta es la única constelación del zodiaco que no proviene de la astrología caldeo-babilónica. La balanza antiguamente formaba las pinzas de la constelación de Scorpius. Con ellas, el depredador aferraba a sus presas para inocularles veneno con su poderoso aguijón. Acción que posee tres puntos, dos inferiores en las pinzas y el superior del aguijón. Se trata de una representación del triángulo activo llevando a cabo una acción de purificación o castigo. Otros astrólogos han visto aquí un altar, probablemente vinculado a la acción sacrificial del escorpión con su presa.  Finalmente, la balanza se la ha asociado a la Justicia como símbolo de su equidad.


   
    Este arcano nos habla de la mesura y del equilibrio. El personaje se encuentra sentada entre las dos columnas en una actitud, a la vez, pasiva y poderosa. La espada representa el rigor, y la balanza es el instrumento del juicio imparcial. Sus ojos no están vendados como en las representaciones clásicas de la Temis griega. El personaje del arcano nos mira con los ojos de la Sabiduría, a la que nada se le puede esconder. Pero es la misma Sabiduría la que otorga permanentemente incontables ayudas a la humanidad.

    Partiendo de que en el estado actual, la Caída pesa sobre la Humanidad por su propia voluntad, este arcano al mismo tiempo que otorga los auxilios y manifiesta el Principio primero del que hemos sidos emanados, también ejerce la compensación en los platillos de la balanza, manteniendo el exilio como el factor equilibrante de la prevaricación.

    La clave del arcano nos lleva explorar la dimensión vertical o jerárquica y la dimensión horizontal o manifestación. En la primera, encontramos al ser humano como agente pasivo que es separado de la Divinidad como consecuencia de su libre albedrío. El proceso cosmogónico desviado por la prevaricación hace que el peso de la justicia Divina caiga sobre nosotros.

    Dentro de nuestro plano de manifestación, abundan los ejemplos que pueden ayudarnos a identificar el Principio primero y nuestro verdadero origen. Sin embargo, el vínculo con la Naturaleza no es el único lugar ni el más importe donde buscar estas conexiones con nuestro origen espiritual. El ser humano individual y caído., que se encuentra bajo el yugo de las fuerzas de la Naturaleza, sigue siendo, por su origen y derecho, un representante Divino. Y, aunque la situación actual lo muestra débil y vencido, su destino es regir por sobre la Naturaleza misma. Por este motivo, la obra que mejor refleja a Dios en éste plano es el propio ser humano. O bien buscamos en nosotros mismos, o en nuestros semejantes, y encontraremos fácilmente los principios del Creador. Las facultades divinas poseen su manifestación en nuestro cuerpo, en nuestra mente y en nuestro intelecto. Porque fueron creados a imagen y semejanza del Dios de los Seres.

    Sería en vano que buscáramos en la materia imágenes reales y permanentes del Principio de la vida, del que por desgracia estamos separados. Y si el hombre no hubiese tenido otros signos que los objetos materiales para recobrar el conocimiento de este Principio, la Justicia divina habría tenido poca cosa que reclamarle. (L.C.S.M., La Tabla Natural §VII). 

    La Justicia promueve la búsqueda de la imagen de la Divinidad en el propio ser humano. Reconocer las facultades del pensamiento, la voluntad y la acción en nuestro microcosmos no lleva forzosamente a intuir estos atributos en la Divinidad. Se trata de encontrar la Unidad en la diversidad. De conectar con el agente de reacción, es decir, con el Reparador.

    La Justicia como acción Divina se ejerce por las jerarquías, de arriba hacia abajo. Pero, al mismo tiempo, hay una acción misericordiosa que acompaña a la Justicia. Esta Piedad se constituye por las ayudas constantes que ponen ante nuestros ojos la Verdad de la Unidad Universal. Hay un delicado equilibrio que debemos lograr entre la conexión de los planos espiritual y material.

    Tal es el sentido de la imagen del arcano 8, la Justicia : encontrar la medida entre la justicia de los hombres, basada sobre las costumbres, las condiciones históricos, la época, y la justicia divina que es final, absoluta y que no juzga el punto de vista de la evolución cumplida. (S. Marcotoune, La vía iniciática, Cap. VIII) .

    Como agentes intermediarios, nuestra función es también ejercer la justicia sin vincularnos desde el egoísmo. Pues ante una situación percibida como injusta, solemos sentirnos frustrados e indignados. Para, inmediatamente, perder el equilibrio emocional y terminar cayendo en la violencia o en la ira. Esta trampa es tan frecuente, que evita casi siempre reflexionar sobre que aspectos internos son los que debemos trabajar. Si un acto externo nos enfurece, es porque hay algo adentro que conecta con el victimario. Algo que estamos ocultando, despreciando. No podemos involucrarnos tan visceralmente con la Ira, si en el fondo no tenemos un temor a que un impulso semejante emerja de lo profundo hasta la superficie. Ese odio, ese desprecio desmedido, tiene su nacimiento en un desequilibrio interno que estamos tratando de negar. Debería llamarnos la atención cualquier inclinación desmedida, ya sea al rechazo o a la aprobación de algo. Si hay un intenso impulso que se dispara de forma automática, es para cegarnos. Conviene reflexionar y llegar al fondo del asunto.

    Así la dosificación de nuestro impulso espiritual y de nuestra resistencia al plano material es necesaria. Es únicamente gracias a nuestras experiencias interiores , a nuestro conocimiento de nosotros mismos que encontramos la fórmula equilibrada de esta dosificación. (S. Marcotoune, La vía iniciática, Cap. VIII) .

    La prueba de éste arcano, en sus aspectos más coagulados, se vincula con la acción del perdón y del arrepentimiento. Es así,  que está contenida en la oración más difundida de la cristiandad:

et dimítte nobis débita nostra, sicut et nos dimíttimus debitóribus nostris (Pater Noster)

(y perdona nuestras deudas, así como nosotros perdonamos a nuestros deudores)

    La justicia es un complejo equilibrio entre cuatro acciones: la misericordiosa, el Rigor, el Perdón y el Arrepentimiento. Para alcanzar este contrapeso, es necesario contar con la intervención de otro cuaternario, el de la Filosofía o Sabiduría Divina. El cuaternario superior es indispensable para operar, puesto que toda Justicia real proviene de Dios. El emblema del octavo arcano es un doble cuadrado, en el que algunos autores inscriben ocho veces el nombre inefable.


Nos dice Eliphas Levi: "Para equilibrar las fuerzas, es preciso mantenerlas simultáneamente, y hacerlas funcionar alternativamente, doble acción representada por la balanza." (Ritual, cap. VIII).

No conviene terminar, sin antes reflexionar sobre el episodio en el que el Reparador es interpelado sobre  la Ley mosaica que castigaba con la lapidación a una mujer que había sido sorprendida en adulterio.   Y el dice a la multitud: “Aquél de ustedes que nunca haya pecado, que tire la primera piedra”.

Ésta frase nos resulta reveladora al momento de neutralizar lo que hemos planteado más arriba. Si por una injusticia nos sentimos ofendidos, intolerantes y violentos, conviene pensar, si estamos libres de pecado para arrojar la primera piedra.


Frederik

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