viernes, 28 de marzo de 2014

Cristianismo Interno, Cristianismo Esotérico y Martinismo - Serie Breve 2



Definir el martinismo de alguna manera que permita al neófito hacerse una idea sobre lo que versa, siempre ha sido engorroso. No alcanza con decir que es un tipo especial de cristianismo, porque la mayoría de las personas se hacen inmediatamente una idea de algo religioso o dogmático. Cuando se afirma que es un cristianismo iniciático, entonces se lo asimila como una especie de masonería cristiana. Por eso, es mejor evitar ambas expresiones.

El cristianismo posee gran variedad de corrientes. En estos ríos del mundo cristiano es fácil perderse. Cuando hablamos de martinismo, estamos haciendo alusión a un fenómeno complejo. Una corriente que abarca gran variedad de linajes e interpretaciones. Cada grupo martinista tiene una visión particular de  está vía, que es la heredera de los grandes teósofos y rosacruces de los siglos XVI al XVIII. No pretendemos internarnos en un estudio histórico de linajes. Pero resulta útil, para aquellos que desean interiorizarse mejor sobre que es el martinismo, el poder ubicarlo dentro de la gran tradición cristiana.

El cristianismo interno, postula la vida interior de cristo. Podemos afirmar que, en su estado puro, esta corriente promueve que todo soporte sagrado debe ser identificado con algún aspecto interno del practicante. Un ejemplo de esto es el hesicasmo oriental. Dentro de esta línea, la filocalía es una practica de oración interior del corazón. Muchos que postulan el cristo interno, igualmente proclaman el templo y  la iglesia interna. Es así que la filocalia nos habla de la oración del corazón y del templo del corazón.

Sin embargo, conviene distinguir entre cristianismo interno y cristianismo esotérico. Por lo común, existe gran confusión entre estos conceptos. Al intentar aclarar estos términos, nos encontrarnos con un prejuicio instalado por algunos autores que definen lo esotérico como una mera categoría complementaria de lo religioso. Es decir, que lo religioso seria lo externo o exotérico, y lo que la religión no explica constituiría lo interno o esotérico. Esta visión, a nuestro juicio es bastante miope. Igualmente se habla de cristianismo esoterico y no de esoterismo cristiano. Como si el esoterismo  no podría constituir una línea independiente, sólida y genuina separada de la religión. Parece ser, para estos autores, que el esoterismo sólo estuviera relegado a explicar ciertos aspectos de las cuestiones religiosas. Igualmente, nos resulta sumamente sorprendente que haya quienes, denominándose a sí mismos esoteristas, pretenden "devolver" el esoterismo a alguna corriente religiosa del cristianismo.

Entendemos que lo interno, puede o no ser religioso, puede o no ser esotérico. Otro tanto ocurre con lo esotérico, que puede o no ser religioso, y puede o no ser interno. Un claro ejemplo de esoterismo externo lo constituye el martinezismo. En éste punto, conviene aclarar, que lo que aquí llamamos esotérico, tiene que ver con el fondo del conocimiento que se trasmite. No se trata ni de la forma, ni de lo oculto, ni de lo restringido. El esoterismo, sea interno o externo, está basado en una cosmogonía y en una escatología que constituyen una interpretación esencial y profunda. Esta interpretación, no está disponible de forma directa. Sino, que es inefable y, por lo tanto, sólo puede accederse a ella mediante ciertas técnicas especiales. Para ponerlas en práctica, se requiere de una preparación por parte del sujeto que, básicamente, consiste en una trasformación del sujeto mismo.

Ahora bien, podemos afirmar que el martinismo es una corriente cristiana interna y esotérica. Interna, porque su visión del cristianismo es íntima y cardíaca. En él se busca la realización del cristo, del templo y de la iglesia interiores. Así, las escrituras, antes que ser un libro de historia, ilustran procesos internos, y constituyen ejemplos de cómo resolver las cuestiones espirituales dentro del hombre. Por eso, el martinismo no requiere de complejos medios. Lo necesario lo llevamos a todos lados con nosotros. La sencillez radica en ser una vía mínima, tanto en extensión como en los recursos necesarios para su realización. Pero también, decimos que es esotérica, porque contiene una filosofía inefable. Es decir, una teosofía cristiana, cuyas concepciones cosmogónicas determinan una praxis propia y única que es necesaria completar para poder acceder a su legado espiritual.

En el martinismo, lo esotérico nos conduce de manera natural hacia lo interno. Porque su teosofía cristiana tan particular, implica la acción hacia nuestro mundo íntimo, cuyo centro es el Corazón. Nada hay afuera que pueda conducirnos hacia éste axis mundi, donde se debe levantar el Verdadero Templo y construir la Verdadera Iglesia. El Corazón para el martinismo es el órgano metafísico, es el lugar donde podemos encontrar la Luz de los Hombres del evangelio de San Juan. La praxis martinista que es capaz de conducirnos hacia este profundo reino interno, no es otra que es la oración y la meditación. Pero, no debemos engañarnos creyendo que la sencillez implica facilidad. Porque avanzar hacia la Verdad Espiritual, nunca es fácil, sea cual sea, el camino que decidamos transitar.


Nadeo

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