La búsqueda de uno mismo
me transporta hacia un mundo cercano, pero postergado. ¿Cómo puedo
ignorar aquello que ni siquiera está más allá de mi propia piel?
Es una gran paradoja ser un desconocido en mi morada. Quizás, solo
he perdido la memoria y sufro de una amnesia metafísica. Pero ésta
amnesia, es definitiva e inconmensurable. Al punto, de que ha
quedado tan incorporada que no la distingo de mí mismo. Mi ego no es más que un paso obstruido entre dos regiones infinitas.
Penetrar en el abismo, es un trabajo para el Héroe que jamás he podido ser. El espejo interior, la primera prueba, me dice: ¡Ése desconocido de siempre eres tú! No puedo sostener la mirada. La cara no es la mía. O mejor dicho, la expresión de mi cara me atemoriza. Porque está completamente desprovista de piedad. Si no logro identificarme en una imagen tan nítida y cruel, ¿Cómo puedo ser mi propio guía?
Avanzo sólo y temeroso
por una selva atroz cuya lógica es la insensatez del mundo. Veo como
esta naturaleza repulsiva se sostiene por el sacrificio de sus
propios frutos. He aquí lo que ha creado mi condición
autodestructiva. ¿Por qué me sorprendo?, si he sido una y otra vez
el saboteador de mis propios actos.
La selva queda atrás. Un
desierto obstinado de colosales dunas y secos vientos me envuelve.
Los cortes abruptos de sol y de sombra, al pasar de una ladera a
otra, me extenúan. Mis pies se hunden en la arena mientras la sed
inunda mi cuerpo. Una roca me sirve de refugio. ¿Cuales de mis
debilidades ha creado semejante geografía? El abandono, la falta de
voluntad, la tibieza. Ellas son las que han propagado el desierto. La
vida se apaga rápidamente en nosotros cuando nos entregamos a la
desidia. Todos aquellos seres que he sido y que abandoné se
convirtieron en estas arenas aniquiladoras. Todas las inconstancias se han unido en la fuerza de voluntad del
desierto. Una voluntad inmensa, perfecta. Nada lo perturba, ni le hace retroceder.
Permanece expectante, sin abandonar jamás la lucha.
Me encuentro ahora en una
metrópoli maquinal. Las calles atestadas con vehículos de colores
otoñales y las veredas con peatones que van apurados hacia quien
sabe donde. Los rascacielos forman una intrincada muralla gris y triste.
Criaturas extrañas pueblan la urbe. Las calles sucias no son más
que el fondo de un cañón de concreto. Anochece y el piso esta
mojado. Las personas están envueltas en abrigos robustos. Todos me
ignoran. Sigo la traza urbana, por calles y veredas desbordadas. Me
siento en lo que parece ser un bar. No sé bien porqué. Tal vez,
sólo costumbre. Una moza me trae la carta y una sonrisa, mientras
repasa la mesa. El idioma me resulta indescifrable. Señalo algo al
azar de las primeras líneas, porque todas las cartas del mundo comienzan con
la cafetería. Miro por la vidriera como la multitud se desliza. Hay
algo extraño que aún no logro comprender. La moza me trae una tasa
que tiene un brebaje con perfume a café. A pesar de la familiaridad,
no me decido a tomarlo, ¿cómo voy a pagarlo? Sigo viendo a la gente
pasar a través de la ventana. El café se empieza a enfriar. Le doy
un sorbo y está apenas tibio. Entra un cliente, saluda con la mano y
se sienta en la barra. Al rato el cafetero le sirve un vaso. Ahora me
doy cuenta lo que sucede. No he visto a nadie hablar. Ninguno en la
multitud que desborda las calles ha pronunciado palabra. ¿Cómo
puede una civilización construir una ciudad como ésta sin
comunicarse? Me levanto de mi mesa y salgo a la vereda. Todos se
mueven en silencio. Trato de gritar, pero no surge de mi garganta
ningún sonido. ¿Que fuerza irracional me ha dominado para dar forma
a una ciudad de habitantes que no hacen otra cosa que ignorarse
mutuamente? Ha sido lo mismo que me ha llevado a ignorarme a mí
mismo una y otra vez. Es la ansiedad, la obsesión. Postergar eternamente lo importante por lo urgente. La excusa de las
circunstancias. Una metrópoli, ¿No es el paraíso de las obligaciones y los horarios apretados? Estoy en el reino del eterno después para el camino espiritual. Mientras reflexiono, la ciudad se desvanece en una neblina espesa...
Nicodemo
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Introspectiva - Serie Breve 19 por Sociedad de Estudios Martinistas se distribuye bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial 4.0 Internacional.
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