martes, 26 de agosto de 2014

El Simbolismo de los Números – II. De la Cosmogonía a la Regeneración – Serie Simbólica 22

La Rosa Cosmogónica


Reconocerán que la unidad es el único número que, no sólo no abandona la década divina ni por su cuadrado, ni por su cubo, sino que no sale jamás de su propio secreto, de su propio centro, y que concentra en sí mismo todas sus operaciones.”

Louis-Claude de Saint-Martin - Des Nombres


La concepción cosmogónica de Saint Martin nos lleva a recorrer el Árbol Universal, cuya raíz es la Unidad. En la Región Divina encontramos la Década compuesta por la Unidad y los números principios que ella ha emanado. Estos mismos números, en la región espiritual, se prolongan como primera potencia de sí mismos hasta el 100, que es el cuadrado de la década. Al operar el cubo, los diez números principios se extienden hasta el 1.000, que es el límite superior de la Región Natural. Ya que las las potencias siguientes son ficticias, porque no poseen un origen Trino como la Causa Primera. (ver  El Simbolismo de los Números - I La Visión del Universo)


Para comprender la estructura del Árbol Universal comenzaremos por reflexionar sobre el 1, el 10, el 100 y el 1.000, que conforman las fronteras entre las tres Regiones.

La Unidad, contiene todo lo creado. El resto de los números, no surgen por adición de la unidad, sino por su división. El número dos, es la fragmentación de la Unidad en dos mitades. Notemos que esto sólo es posible desde el punto de vista del individuo, porque no hay operación que pueda en verdad dividir la Unidad de manera efectiva. Es la conciencia individual limitada, que separa al individuo del Todo. Los otros números, surgen de la misma manera. El tres consiste, entonces, en dividir la Unidad en tres partes y lo propio para todos los demás números.

El primer límite es el número diez. Que no es más que un regreso a la Unidad misma, tal como lo manifiesta el Filósofo Desconocido:  “Mientras los números están unidos y ligados a la década, no hay ninguno que presente la imagen de la corrupción o de la deformidad. Es sólo cuando se los separa que estos caracteres se manifiestan.” Si la década es una Unidad, entonces viene a fortalecer aquello de que todos los números no son más que una división de la Unidad, y que cuando están unidos, ninguno puede manifestar sus propiedades, porque sólo pueden manifestar la Unidad en sí misma. Por lo tanto, la Década, o los números que la constituyen, son las Ideas que están en el seno de la propia Divinidad.

La siguiente frontera es el número 100. Entre el diez y el cien, se extiende la región espiritual, que está formada por la primera multiplicación de las Ideas Divinas. Éste mundo espiritual corresponde a la esfera de los Nombres Divinos. Es decir, las formas, las jerarquías y las relaciones de la Unidad. Es así, como estos Nombres son el medio para alcanzar la Unidad. Según cada tradición, la cantidad de Nombres varía. A Marduk, el dios babilónico, se le atribuyen 50 nombres. Al dios hebreo, le corresponden 72. A Alá, el Corán le asigna 99 nombres, más uno que falta en el texto, el cual es impronunciable y es el verdadero nombre de Dios. Saint Martín concede a la región espiritual 90 grados. Como lo hacen ciertos ritos masónicos que han incorporado a su escala algunos de los misterios propios del sacerdocio. La teúrgia consiste en recordar o evocar estos Nombres Sagrados con el fin alcanzar un estado místico que propicie la Unión Espiritual con la Divinidad. Este es el objeto de las prácticas mas internas y profundas de todas las tradiciones, como el Dhikr sufí y los shem hameforash de la cábala. Se trata de encontrar el Nombre Divino perdido durante la Caída. Es fácil ver a que se refieren algunas leyendas iniciáticas cuando hacen referencia a la búsqueda de la palabra perdida. En el sistema martinista, heredero del rosacruz, las jerarquías se constituyen por Arcanos y no por nombres. Existe un Gran Arcano Oculto que es el que abarca y sintetiza a todos los demás, análogo al Nombre Divino perdido.

Con la finalidad de estudiar ciertas relaciones, es conveniente preguntarse porque Saint Martin establece la frontera de la Región Espiritual en 100, y no en 72 como la cábala. Al poner el límite en 100, la región espiritual queda delimitada en los 90 grados mencionados, ya que la primera década pertenece a otra región. Estas 90 formas están constituidas por los 78 arcanos del Tarot y las 12 pruebas o trabajos que el iniciado debe atravesar. Los 12 trabajos están relacionados con las Casas Celestes o el ritmo de la Obra. Son las Doce Horas Iniciáticas de Apolonio de Tiana, las Doce Tribús y los Doce Apóstoles. No podemos ignorar que el calendario de la epopeya crística, tiene una naturaleza solar y, por lo tanto, encuentra en la revolución zodiacal el aspecto astral a superar para alcanzar la verdadera espiritualidad. Estas doce etapas constituyen las fases de la Obra Individual, a las que simbólicamente se las conoce como el Limbo o el Purgatorio. Veremos que dentro de los 78 Arcanos hay 56 de naturaleza elementaria y 21 de naturaleza espiritual. Pero, sólo uno de ellos posee una naturaleza Divina y, por lo tanto, liberatoria. La acción afectiva de éste misterioso Arcano hace posible la regeneración. Basta señalar que 12 es la inversión de 21, relación está sobre la que volveremos más adelante en esta saga.

El límite último indicado por Saint Martin, lo constituye el número 1.000, la potencia cúbica de la década. Es decir, el fruto latente y trino de las Ideas Divinas. Este límite coincide con el establecido en la tradición del Apocalipsis en 20:7 "Cuando se cumplan mil años Satanás será liberado de su prisión."  Pasaje que hace alusión al comienzo del Fin de los Tiempos. El desarrollo de las Potencias  en la Región Natural alcanza el límite simbólico de los 1.000 años. Entonces, el principió del disolvente universal entra en acción, con el fin de retrotraer la Creación completa hacia la Causa Primera.




Frederik



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