El carácter íntimo del martinismo lo distingue de otras vías cristianas. El Cristianismo Interno nos propone la búsqueda de un Cristo Interno, dentro de un Ser Interno. La búsqueda íntima no sólo significa que debemos mirar hacia adentro. También, nos conduce hacia lo cardíaco. O sea, hacia el centro del Hombre. Para el martinismo, éste centro es insondable. Él atesora el secreto de que lo individual no puede existir por fuera de lo Colectivo. Está formado por la intersección de numerosos caminos que no sólo provienen de todos las regiones de nuestro ser caído. También, llegan a él aquellos senderos que nos conectan con otros planos y con otras jerarquías. En el cardias se encuentra la Jerusalem Celeste. Todos las rutas del Universo confluyen en esta mística ciudad sagrada. Urbe arquetípica, sin límites temporales ni geográficos en donde reina la Sabiduría Divina.
Lo íntimo nos habla de
afinidad esencial, de acercamiento profundo, de un vínculo trascendental. Se trata de establecer una unión espiritual y verdadera con la Vida Universal que
sostiene todo lo creado. Para lo cual, hay que restituir la conexión
instrínseca con el Espíritu Divino. Lo íntimo es mucho más que lo
interno. Se refiere a una relación profunda, que nos identifica
plenamente con aquello que nos estamos conectando. A través de lo
íntimo, sentimos que formamos parte del Todo, que nuestra existencia individual es sólo una pieza que encastra en la Unidad Universal junto a todos los demás
Seres.
Lo íntimo como vía, nos
propone un trabajo diferente. En apariencia más simple desde el
planteo, pero mucho más complejo desde la acción. El martinismo nos
conduce hacia lo íntimo a través de un conjunto de prácticas. Sin
embargo, requiere de un gran trabajo el activarlas correctamente. Si bien la meditación y la oración son habituales para millones de personas, el martinismo las trabaja desde
una mirada distinta. Podría parecer que estos ejercicios no
encierran ningún desafío que haga del martinismo una vía esquiva y
diferente. Sin embargo, cuando agregamos a la meditación y a la
oración la finalidad de establecer una Unión íntima con lo Divino,
la aparente sencillez se evapora.
Porque ésta Unión debe ser tal, que no podamos distinguir dónde
termina nuestra individualidad y dónde comienza lo Divino. Y ello
es sólo el principio del trabajo. Hay que continuar avanzando
hasta que nuestra conciencia sea la Conciencia de la Unidad misma, y
lo individual se convierta sólo en una pantalla donde proyectamos
nuestra existencia colectiva. La Unión íntima, implica la conexión
profunda y esencial con la hondura del Alma Humana y con la Creación
Toda. El martinisno es la búsqueda de nuestro Ser Íntimo, aquel que es capaz de
vivir en comunión continua con lo Divino.
Nadeo
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Nadeo
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El Ser Íntimo - Serie Breve 18 por Sociedad de Estudios Martinistas se distribuye bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial 4.0 Internacional.
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