jueves, 12 de junio de 2014

El Dios que Sufre - Serie Breve 13



En ciertos pasajes de su obra, el Filósofo Desconocido se refiere a un aspecto de la Divinidad como el Dios que Sufre. Se trata de la cualidad de un Dios que devenido a los planos inferiores, mediante la acción del sacrificio, es capaz de purificar la condición humana. Saint Martin, traza una analogía microcósmica entre el Dios que sufre y los relatos evangélicos que narran el camino al calvario y la muerte de Cristo. Se refiere al proceso del Cristo interno. Purificación justificada en que sacrificio significa hacer sacro, es decir sagrado, un lugar o una acción. Saint Martin nos refiere a la acción por la cual, éste agente interno es capaz de volver sagrado el Corazón del hombre caído. Es así, como Cristo, levanta su propio Templo en tres días. Por lo que no debemos entender que se nos está hablando de la resurrección material del cuerpo, sino de preparar nuestro Corazón para convertirlo en un Templo en el que pueda habitar la Divinidad.

Esta cuestión del Dios Sacrificado, no es exclusiva del cristianismo. Aparece de manera recurrente en los mitos y en los misterios antiguos, como los de Mitra, los de Dionisio y los de Osiris. Todos ellos nos indican lo ancestral del conocimiento de la vía sacrificial, que implica la muerte del Dios y de su resurrección. Otra versión, menos difundida, es la relatada en el poema de Atrahasis, o Utnapishtim. Estos mitos de origen sumerios fueron escritos en tablillas de arcilla, y pese a ser muy anteriores a los textos hebreos y cristianos, relatan de manera bastante acertada ciertos hechos, como los que aparecen en el relato del Diluvio Universal. No nos interesa entrar en discusiones sobre las fuentes de las sagradas escrituras, ya que estos antecedentes pueden ser explicados o bien como revelaciones que anticipan los hechos que luego se presentarán en el antiguo y en el nuevo testamento, o bien como fuentes históricas del contenido mitológico de las escrituras. Como ya hemos advertido en otra oportunidad, las circunstancias históricas no son materia de estudio de la vía íntima.

Sin embargo, el atractivo particular de este antiguo poema, es que une el principio y el fin del ciclo, por decirlo de alguna manera. En él los dioses menores son creados antes que el hombre, y luego de un largo período se quejan al dios Enlil y exigen que se disponga de una ayuda para realizar el duro trabajo de drenar las aguas y de llevar adelante la agricultura. Frente a la rebelión generalizada, Enlil convoca a otros dioses superiores y deciden sacrificar a uno de los dioses rebeldes y mezclar su sangre con arcilla para crear a la humanidad. El nombre de este dios sacrificado es Gestu o Geshtu que hace referencia a la inteligencia como orbe de la mencionada divinidad. Este mito, nos señala una relación clara entre la creación de la humanidad caída y la acción Sacrificial que derrama la sangre sagrada y la mezcla con la arcilla impura. Los elementos de la rebelión y el sacrificio, explican porque que sólo una acción sacrificial divina, semejante a la que dio origen a la humanidad caída, es capaz de redimirla y de restablecerla a su estado original de Sabiduría. La noción del sacrificio, nos explica porque el Dios que Sufre debe purificar con su dolor el Corazón del hombre. Su acción reparadora consiste en separar la sangre, componente espiritual, de la arcilla o materia, para permitir nuestra regeneración.

¡Pero qué terrible operación debe producirse en nosotros antes de que toda esta divinidad pase por completo a través nuestro en su esplendor y en su alegría! Es preciso que pase de antemano a través de nosotros en su ignominia y su dolor, es preciso que el Dios que sufre pase por completo a través del alma concentrada y como petrificada por el crimen y la insensibilidad. Alma del hombre, súmete aquí, en la miseria, y prepárate para la operación más dolorosa. Es preciso que el Dios que sufre penetre en ti y resurja como un amanecer a través de tus sustancias más espesas y más duras, para darte tu existencia primitiva. No podrás regenerarte jamás si la operación no es universal y si el Dios que sufre en su pensamiento, en su palabra y en su obra no atraviesa por completo tu pensamiento, tu palabra y tu obra.”

El Hombre Nuevo - Louis-Claude de Saint-Martin

 Nadeo


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