En ciertos pasajes de su
obra, el Filósofo Desconocido se refiere a un aspecto de la
Divinidad como el Dios que Sufre. Se trata de la cualidad de un Dios
que devenido a los planos inferiores, mediante la acción del
sacrificio, es capaz de purificar la condición humana. Saint Martin,
traza una analogía microcósmica entre el Dios que sufre y los
relatos evangélicos que narran el camino al calvario y la muerte de
Cristo. Se refiere al proceso del Cristo interno. Purificación
justificada en que sacrificio significa hacer sacro, es decir sagrado, un lugar o una acción. Saint Martin nos refiere a la acción por
la cual, éste agente interno es capaz de volver sagrado el Corazón
del hombre caído. Es así, como Cristo, levanta su propio Templo en
tres días. Por lo que no debemos entender que se nos está hablando
de la resurrección material del cuerpo, sino de preparar nuestro
Corazón para convertirlo en un Templo en el que pueda habitar la
Divinidad.
Esta cuestión del Dios
Sacrificado, no es exclusiva del cristianismo. Aparece de manera recurrente en los mitos y en los misterios antiguos, como los de Mitra, los de Dionisio y los de Osiris. Todos ellos nos indican
lo ancestral del conocimiento de la vía sacrificial, que implica la muerte
del Dios y de su resurrección. Otra versión, menos difundida, es la
relatada en el poema de Atrahasis, o Utnapishtim. Estos mitos de
origen sumerios fueron escritos en tablillas de arcilla, y pese a ser
muy anteriores a los textos hebreos y cristianos, relatan de manera
bastante acertada ciertos hechos, como los que aparecen en el relato
del Diluvio Universal. No nos interesa entrar en discusiones sobre
las fuentes de las sagradas escrituras, ya que estos antecedentes
pueden ser explicados o bien como revelaciones que anticipan los hechos que
luego se presentarán en el antiguo y en el nuevo testamento, o bien como fuentes históricas del contenido mitológico de las escrituras. Como ya
hemos advertido en otra oportunidad, las circunstancias históricas
no son materia de estudio de la vía íntima.
Sin embargo, el atractivo
particular de este antiguo poema, es que une el principio y el fin
del ciclo, por decirlo de alguna manera. En él los dioses menores son
creados antes que el hombre, y luego de un largo período se quejan
al dios Enlil y exigen que se disponga de una ayuda
para realizar el duro trabajo de drenar las aguas y de llevar adelante
la agricultura. Frente a la rebelión generalizada, Enlil convoca a
otros dioses superiores y deciden sacrificar a uno de los dioses
rebeldes y mezclar su sangre con arcilla para crear a la humanidad. El
nombre de este dios sacrificado es Gestu o Geshtu que hace referencia
a la inteligencia como orbe de la mencionada divinidad. Este mito, nos
señala una relación clara entre la creación de la humanidad caída
y la acción Sacrificial que derrama la sangre sagrada y la mezcla
con la arcilla impura. Los elementos de la rebelión y el sacrificio,
explican porque que sólo una acción sacrificial divina, semejante a
la que dio origen a la humanidad caída, es capaz de redimirla y de
restablecerla a su estado original de Sabiduría. La noción del
sacrificio, nos explica porque el Dios que Sufre debe purificar con
su dolor el Corazón del hombre. Su acción reparadora consiste en
separar la sangre, componente espiritual, de la arcilla o materia,
para permitir nuestra regeneración.
“¡Pero qué
terrible operación debe producirse en nosotros antes de que toda
esta divinidad pase por completo a través nuestro en su
esplendor y en su alegría! Es preciso que pase de antemano a través
de nosotros en su ignominia y su dolor, es preciso que el Dios que
sufre pase por completo a través del alma concentrada y como
petrificada por el crimen y la insensibilidad. Alma del hombre,
súmete aquí, en la miseria, y prepárate para la operación más
dolorosa. Es preciso que el Dios que sufre penetre en ti y resurja
como un amanecer a través de tus sustancias más espesas y más
duras, para darte tu existencia primitiva. No podrás regenerarte
jamás si la operación no es universal y si el Dios que sufre en su
pensamiento, en su palabra y en su obra no atraviesa por completo tu
pensamiento, tu palabra y tu obra.”
El Hombre Nuevo - Louis-Claude de Saint-Martin
Nadeo
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El Dios que Sufre - Serie Breve 13 por Sociedad de Estudios Martinistas se distribuye bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial 4.0 Internacional.
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