miércoles, 27 de julio de 2016

El Libro del Hombre – VI. Simbolismo de los Números – Serie Simbólica 30



“Porque, si este Libro no tiene mas que diez hojas, y que sin embargo contiene todo, nada puede existir, sin pertenecer por su Naturaleza a una de las diez hojas. Ahora, no hay un Ser que no indique él mismo cual es su clase y a cual de las diez hojas pertenece. Por ello, cada Ser nos ofrece los medios de instruirnos en todo lo que le concierne. Pero, para dirigirse hacia estos conocimientos, es necesario saber distinguir las Leyes verdaderas y simples que constituyen la naturaleza de los Seres, de aquellas que los hombres suponen y con las que las sustituyen todos los días.”

Louis-Claude de Saint-Martin – De los Errores y de la Verdad


El estudio de los números proporciona el conocimiento sobre el origen y el destino de todo lo Creado. La cosmogonía martinista se ha sintetizado magistralmente en una Ciencia Universal, donde los números son la expresión de la esencia de todos los Seres del Universo. El número no es un símbolo, sino la Idea Principio en sí misma, eterna e increada, que expresa las propiedades invisibles de los Seres. Sin embargo, la clave para acceder a este conocimiento, no se encuentra en el número individual, lo trascendente es la visión de conjunto. Un número particular sólo se explica por su progresión y su relación con el Todo. Sin embargo, esto es válido sólo en ciertas circunstancias, pues las propiedades particulares del número emergen sólo cuando se lo percibe separado de la Unidad.



Todos los Seres poseen un número, incluido Dios. De lo que debemos deducir que el número existe eternamente con Dios. El número es la síntesis de la esencia de los Seres. Por ello, nos revela las propiedades, las operaciones y el límite de los Seres. El número es el intermediario entre el Principio y la forma del Ser. Leer correctamente los números y sus relaciones permite conocer las Leyes y las propiedades invisibles de los Seres. 

Muchos textos analizan los números, pero lo hacen de forma individual, dejando de lado su posición y su papel respecto del conjunto. En éste sentido, intentaremos acercarnos a la primera Década, que es la raíz y la esencia de todo lo Creado. Este conjunto particular, constituye la octava más trascendente en la escala de los números.

Es necesario concebir la Unidad no como el número 1 de forma particular, sino como un elemento que abarca a todos los números. Se trata de un continuo, o un círculo, donde no pueden sustraerse sus componentes. Porque el Principio y el Fin de estos movimientos son siempre la Unidad. Por eso, la progresión de los números, que va del 1 al 10, es sólo un camino circular que retorna siempre al 1.

En De los Errores y de la Verdad, Saint-Martin realiza un estudio sobre la primera Década mediante la metáfora del Libro del Hombre, que sólo tiene diez páginas inseparables e indestructibles. Todo lo que existe está en algún lugar de estas páginas, que son los números del 1 al 10. Cuando el Hombre Primordial se encontraba en el Trono de la Creación era capaz de leerlas todas a la vez, de percibir la Unidad de ésta Década. Pero, luego de la Caída, aunque todavía posee el libro, ha perdido la capacidad de leerlo correctamente. En el estado de Privación sólo podemos leer de a una página a la vez. Lo que genera más confusiones que luces. Ya que cada uno toma la página que puede leer como el conocimiento total y completo del libro. De ésta interpretación parcial y acotada, es que han surgido tantas religiones y filosofías contradictorias y confusas sobre una única cosa.

Mas tarde, señalaría en La Tabla Natural, que el hombre conserva las características completas de este libro, aún en su envoltorio físico. Por ejemplo, para conocer el mundo sensible posee diez dedos en las manos, cuatro extremidades y un cuerpo. Lo que recuerda la importancia de estos números, el 1, el 4 y el 10, para el conocimiento del Universo y el provecho del hombre.

El concepto de Saint-Martin es que la Unidad es única, indestructible e indivisible. por lo que los números se generan, no por adición de unidades, sino por un proceso ilusorio, en el que se percibe de la Unidad sólo una fracción. Por el ejemplo, el 2 es la percepción de la Unidad como si fueran dos mitades separadas. Esta visión truncada de la totalidad, es la que provoca la confusión entre las propiedades de la parte y el Todo. Por lo tanto, las propiedades del binario, o de cualquier otro número, sólo emergen cuando se ha perdido de vista la Unidad.


El Libro del Hombre o La Unidad de la Década

Imaginemos el Libro del Hombre como un tomo especial, sin tapas ni lomo. Construido de tal manera que sus hojas se sucedan una tras otra, sin principio ni fin. Un libro perfectamente circular, donde la primera página está también a continuación de la última. Recorramos éste incunable cuya numeración vuelve a empezar una y otra vez.

Si el libro se encuentra abierto sobre una mesa, se asemeja a cualquier otro libro y no advertiremos nada particular en su estructura, tal como lo presenta la Figura a). Esto nos viene a simbolizar que aunque podemos abrir el libro, si sólo leemos de una página a la vez, no comprenderemos sus verdaderas propiedades. Si lo levantamos de la superficie de la mesa, apreciaremos su particular encuadernación. Veríamos algo así como lo esquematizado en la Figura b). Una suerte de engranaje o rueda dentada, donde las páginas se suceden sin principio ni fin, rotando sobre su eje longitudinal.


Las maneras de leer el Libro del Hombre


Advertida esta estructura poco convencional, conviene tener a mano un mapa a fin de no extraviarnos, que es el que se presenta en la siguiente figura. La página uno, dedicada a la Unidad, se encuentra eternamente inmóvil en el Centro, constituyendo el eje sobre el cual rotan las demás páginas y  es lo que las mantiene fuertemente unidas. En nuestro mapa, hemos esquematizado el rotar de las páginas del libro sobre el eje de la Unidad, con la estrella de ocho puntas aguda. En cada pico se ha indicado un número del 2 al 9, mientras el 1 ocupa el centro.

El Mapa
La Unidad es el Principio Universal mismo, el cual se encuentra latente en el interior del hombre caído y que debe ser recuperado para poner fin al exilio. Esta primera página es sumamente difícil de encontrar, ya que está oculta en el propio eje. Pueden pasarse todas las páginas sin encontrarla, porque siendo el principio y sostén de todo, no obstante, se encuentra oculta para aquellos que no estén también en el eje central.

Para pasar de la hoja 1 a la 2, es necesario desplazarse del Centro. Éste desplazamiento genera una división aparente de la Unidad en dos polos. En el esquema el movimiento se simboliza por la flecha que parte del centro hacia la hoja 2, que es la página de la dualidad. Un espejismo, una división ficticia de la Unidad del Libro. El 2 se polariza con el 6. Es la falsa causa de las cosas. Constituye la esencia de todo principio dual que opera en el hombre y en el Universo.

Ahora que estamos en la periferia y hemos perdido la visión de la Unidad, mientras no regresemos al Centro, continuaremos dando vueltas al libro una y otra vez. Basta con sólo una vuelta de página para pasar a la hoja 3, que trata sobre el ternario. Él es la esencia de la forma de los cuerpos en todos los planos, sean estos visibles o invisibles.

Volteando la hoja, pasamos a la del cuaternario que corresponde al Hombre en sus cualidades arquetípicas. Aquí está descrito el verdadero Culto y la Religión Universal cuya práctica conduce a redimir la Caída. El Filósofo Desconocido explica tres errores que se suelen cometer con esta página. El primero, ha sido reemplazar el número cuatro, que contiene el Culto, por el número cinco, que es la idolatría. El segundo error, consiste en generalizar los principios de la cuarta página, como si fuesen válidos para todos los Seres. Aunque no se trata de un crimen tan terrible como el primer error, ésta confusión ha llevado a vivir en la ignorancia y confiar en una ciencia falsa. El tercer error es darle un valor equivocado a la falsa ciencia, suplantado con ella a la Ciencia Verdadera, propagándola y difundiéndola en todo el mundo.

Avanzando a la hoja 5, nos encontramos con el quinario, número falso, que es la Idolatría, la disolución y la confusión. Junto con el Binario, constituyen los números atribuidos al mal. En la hoja 6, el senario contiene las Leyes por las que se han formado el mundo temporal. En la hoja 7, el septenario nos indica el trabajo que se le había asignado al Hombre Primordial y el que debe completar la humanidad caída.

En la hoja 8, el octonario que versa sobre la justicia, símbolo del Principio del equilibrio entre los opuestos. Número vinculado al Reparador, actúa de manera Activa e Inteligente, en los cuatro Mundos. Notemos que en nuestro mapa, se ha trazado una estrella de ocho puntas en línea punteada formada por un doble cuadrado, que indica el octonario y la Unidad de todas las páginas del libro.

En la hoja 9, el novenario, potencia primera de la materia (3 x 3), se aplica a la formación del hombre corporal. También representa la expiación de todo lo falso en él y la degradación de las formas o de los dos triángulos. Por esta degradación, se alcanza la Reintegración a la Unidad de todo lo Creado. El recorrido señalado en el mapa de la figura 1 termina en el novenario, ya que la hoja 10 falta, o al igual que la hoja 1 está oculta. ¿Cuál es el proceso para pasar del 9 al 10 y completar la Década?

La Década es la Unidad conteniendo a todos los demás números, completando el trabajo hecho hasta el 9. El 10, primer numero de dos cifras, se conforma con el 1, que nunca abandona su posición central, y con el 0, que es el círculo que encierra a todos los demás números: 1 … 0 = 10, tal como se muestra en la siguiente figura. Es así como por obra del 10 (1+0) retornamos a la Unidad.

Del 9 al 10 y del 10 a la Unidad


Dante Alighieri, en la Divina Comedia, al llegar al fondo del Infierno, lo abandonó saliendo por el otro hemisferio. En vez de tratar de regresar sobre sus pasos, descendió aún más, debajo de la última cámara, y comenzó a subir cuando traspasó el Centro de la Tierra. Finalmente, emergió en el lugar opuesto al que había entrado. Esta paradoja, ilustra la necesidad de cambiar la visión respecto de los números. Se necesita una nueva perspectiva para apreciar la Década completa como una Unidad inseparable, de la que los números individuales son sólo una ilusión.

El Sol Alquímico


Al resolver el problema de ir del Centro a la Periferia, y de retornar nuevamente al Centro, se puede advertir que existen gran cantidad de símbolos que nos hablan de éste pasaje, que es el secreto para reencontrarnos con a la Unidad.

Hemos estado muchas veces frente a esta clave operativa, figurada en numerosos emblemas. Por ejemplo, en el símbolo alquímico del Sol, o en las diversas representaciones del Ouroboros. En la ilustración que encabeza el artículo, se ve un Ouroboros que encierra una Tetraktys. En ella se han trazado las líneas que conectan todos los puntos entre sí, aludiendo a la Unidad de la Década. Y, como no podía ser de otra manera, nuestro texto termina como empezó: con una cita de Saint-Martin y el  Ouroboros. El grabado final, de Gabriel Rollenhagen, contiene la apropiada divisa Finis Ab Origine Pe'det [Pendet]el Final Depende del Principio-. Todas estas alegorías, que empiezan y terminan en el mismo punto, señalan la operación que resuelve el enigma del Libro del Hombre planteado por Saint-Martin. Citemos, entonces, lo que el propio Filósofo Desconocido ha escrito sobre la Unidad de la Década en  el capítulo XXI de “De los Números”:

“En tanto que los números estén unidos y vinculados a la década, ninguno de ellos presentará la imagen de la corrupción o la deformidad. Cuando se los separa de ella, es que estos caracteres se manifiestan. Entre estos números, que han sido individualizados, algunos son absolutamente malos, como 2 y 5. Porque, aún estando solos, dividen el denario. Otros están solamente en operación activa, en padecimiento y en operación curativa, como 7, 4 y 8. Otros solamente son dados a las apariencias, como 6 y 9. No se ve nada similar en la década completa, porque en este orden supremo no hay ni deformidad, ni ilusión, ni sufrimiento.”



Frederik


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