jueves, 8 de diciembre de 2016

El Martinismo una tradición literaria III: La fundación de la Orden Martinista



Hasta finales del siglo XIX, el legado de Saint-Martin se mantuvo en sus obras y en algunos círculos cerrados, por lo que muy pocas personas conocían la existencia de la Vía Íntima. Esto cambia drásticamente cuando un grupo de ocultistas, en el marco de un ambicioso proyecto, tomaron la decisión de crear una orden martinista a pesar de que el propio Filósofo Desconocido siempre se mostró en contra de introducir entre sus estudiantes este tipo de estructuras. A partir de entonces, la figura de Saint-Martin es difundida a un enorme público entusiasta en varios países. Penetremos entre las luces y las sombras del origen de los movimientos martinistas modernos.


I. El contexto histórico

Desde el comienzo, la impronta del ocultismo francés estuvo presente como motivador y destino de la Orden Martinista. Sin embargo, el ocultismo nunca estuvo en las enseñanzas de Saint-Martin. Veamos como los acontecimientos favorecieron el florecimiento de una orden que se alejaba de la doctrina que le daba su nombre.

El problema pansófico, cuyo aspecto más profano consiste en reunir el Conocimiento Total de la Humanidad en un sólo corpus coherente, ha constituido un desafío para diversos filósofos a lo largo de muchos siglos. Antes de que la Ilustración se convirtiese en el modelo dominante en los claustros académicos, muchos fenómenos y creencias eran consideradas con posibilidades de obtener rango de ciencia, como por ejemplo la hipnosis, el magnetismo, el espiritismo, etc.

Si bien el obstáculo del ateísmo, alentado por una ciencia sin Dios, había sido anticipado en el siglo XIII y confirmado en el siglo XVIII, en los albores del 1900, encontramos un gran entusiasmo por dar reconocimiento formal a las ciencias ocultas. Dentro de las corrientes científicas de la época, el materialismo fue la línea hegemónica; sin embargo, existía una corriente que aspiraba a proveer de rigor académico a las disciplinas ocultistas. Por esta época, el método científico tenia un desarrollo incipiente y aún admitía procedimientos informales y subjetivos como validación científica. Además, muchos teósofos, ocultistas y magos veían con entusiasmo la implementación del método científico y de las teorías evolucionistas al hermetismo y a las religiones. Esto se debía a la idea de que la aplicación de la ciencia, determinaría el paso de la religiones hacia las escuelas teosóficas y herméticas. 

En un escenario semejante, se estimaba que estas escuelas serían las encargadas de garantizar el acceso a las Verdades Ocultas, a todos los hombres que desearan aprenderlas. Algunos académicos partidarios de estos movimientos, imaginaban que estas artes se enseñarían como carrera de grado en la universidad. Semejantes pretensiones no fueron sólo el producto de la miopía de los grupos ocultistas. Sus ideas, que hoy pueden parecernos poco serias y hasta ridículas, tuvieron igualmente impacto en los hombres de ciencia y en la esfera política. Una parte de la izquierda encontró en ellas un peculiar justificativo a su posición anticlerical, como el denominado Socialismo Revolucionario que editaba un periódico llamado "La Montaña", que fuera fuertemente influenciado por la teosofía y otras corrientes ocultistas. En Argentina, uno de los notables partidarios de esta postura fue José Ingenieros quien en una nota de su autoría publicada en el Nº 11 se muestra a favor de “todos aquellos conocimientos y fenómenos que no han sido descubiertos por individuos que aceptan los métodos científicos vulgares” y aboga por la creación de una “Facultad de Ciencias Herméticas”. Es posible rastrear el origen del reencarnacionismo, como una ideología social inspirada en la metempsicosis, que luego fue adoptada por los movimientos teosóficos de la época. Desde éste particular punto de vista, el reencarnacionismo aseguraba la movilidad social y la justicia “trascendente”, así como la igualdad entre los hombres. Esta teoría se convirtió primero en un vaso comunicante para, luego, ser el sostén de la unión entre ocultismo y los movimientos políticos.

II. La Fundación de la Orden Martinista



A fin de comprender qué llevó a los ocultistas franceses a crear una orden martinista, conviene observar que esta estructura, era sólo una pieza más dentro de un gran rompecabezas organizativo.

Gerard Encausse, seguidor del ocultismo científico de Louis Lucas, fue miembro de un grupo al que también pertenecía Augustin Chaboseau. Ambos, descubren que han recibido las claves de la vía de Saint-Martin por vertientes diferentes. En ese momento, estaban trabajando en un proyecto para dar unidad y prestigio al ocultismo. Papus acababa de renunciar a la Sociedad Teosófica y de fundar los Grupos Independientes de Estudios Herméticos, que luego se convertirían en la Facultad de Ciencias Herméticas. Con una visión integradora de todas las ciencias ocultas, crean con Chaboseau la Orden Martinista, cuyo fin era ser el soporte interno en donde se realizarían las investigaciones y las prácticas.

Gracias al trabajo del grupo de Encausse y Chaboseau la constitución de la Orden Martinista contribuyó a darle un sostén, mediante grados y rituales, a la tradición de Saint-Martin. No hay lugar a dudas que esta histórica transformación marcó un antes y un después. El martinismo que, hasta entonces, sólo era una tradición para unos pocos difundida de maestro a discípulo, salió a la luz y tuvo una rápida expansión. Es verdad que se incorporaron algunas cuestiones que no son esenciales a la doctrina martinista, pero el movimiento logró despertar el interés por el Filósofo Desconocido, aunque con numerosas imprecisiones.

III. La introducción del ritualismo masónico en la Orden Martinista


En 1913, Téder realiza un aporte organizativo escribiendo sus Rituales de la Orden Martinista. Estos ceremoniales incluían los cuatro grados y sus iniciaciones. Téder había creído de buena fe en los dichos de Ragón, que le atribuyó erróneamente a Saint-Martin la creación de rituales masónicos. Sin embargo, a pesar de esta confusión, es obvio que Téder estaba en posesión de las claves interpretativas de los textos de Saint-Martin. Sus rituales de iniciación contienen los elementos claves y las citas textuales del Filósofo Desconocido en donde trata de forma puntual los misterios principales de la vía. La crítica más fuerte consiste en la influencia masónica desmedida en cuanto a las jerarquías, a las formalidades rituales, a la creación innecesaria y forzada de palabras de pase, de signos de reconocimiento, de ropajes y de joyas, así como la introducción artificial de oficiales inspirados en los ritos masónicos.

IV. La confusión entre la vía íntima y la teúrgia externa cohen



Si bien los fundadores de la Orden Martinistas poseían cierta claridad en las claves interpretativas de la obra de Saint-Martin, no ocurría lo mismo con los acontecimientos históricos.

Las investigaciones apenas comenzaban y ciertos hechos fueron interpretados de manera confusa. Uno de los más polémicos fue que Saint-Martin, habiendo pasado varios años de la desaparición de Pasqually, siguió realizando iniciaciones Cohen. Esto alentó a algunos a pensar que la Vía Íntima era la continuación de los Elus-Cohen y que incluía rituales de teúrgia externa. Tiempo después quedó claro, gracias al estudio de la correspondencia, que el Filósofo Desconocido cuando dispensaba estas iniciaciones recomendaba fervientemente a los nuevos iniciados que no abracen la teúrgia externa y que se dedicaran a la oración. Se tardó algunas décadas en comprender que la Vía Íntima era la fusión entre M. de Pasqually y J. Boehme. Y, sobretodo, que esta vía se terminó de perfeccionar en los últimos años de vida de Saint-Martin.

En el martinismo de habla hispana aún hoy persisten algunos mitos o creencias inexactas. Encontramos ciertos grupos que, más allá de la suposición de que la Vía Íntima y los cohen comparten praxis e iniciaciones, continúan aceptando la teoría de Ambelain sobre la existencia de una línea rusa de la orden martinista fundada por Saint-Martin. Siendo que ha sido verificado por los documentos que la Orden Martinista en Rusia jamás existió antes de Papus y que todos sus miembros reconocidos dependían de él. Además, los textos de estos autores no son más que comentarios o desarrollos de los libros de Papus.

V. El sincretismo doctrinario papusiano



Gerard Encausse, como se mencionó, no era ajeno a esta idea de revestir de un aura científico/evolucionista a los movimientos ocultistas. Podemos decir, sin temor a equivocarnos, que el gran proyecto de Encausse era aplicar el método científico a las ciencias ocultas, y que éstas sean aceptadas con igual rigor que las académicas. Pronto advirtió que este objetivo era inviable, porque los claustros sólo buscaban la luz de la razón materialista. Para peor de males, lo mismo estaba ocurriendo en una parte importante de la francmasonería. Esto se ve reflejado en su famosa epístola a Camilio Flamarión titulada “Cómo me hice místico”.

Ante el rechazo académico, decidió que si el ocultismo no podría incorporarse a los claustros universitarios, debería crear un claustro propio, el cual daría prestigio y terminaría por imponer, a futuro, la aceptación académica de las ciencias ocultas. Con éste fin, fundó la Facultad de Ciencias Herméticas. En este proceso de cambio, Encausse desiste de la masonería y de la teosofía de Blavatzky, y con ello pierde la estructura en la que realizar los ensayos prácticos, que imponía el método científico que quería aplicar al hermetismo. Los grupos herméticos tenían que formalizarse a fin de mantener un mejor control sobre lo que se experimentaba. La Orden Martinista, nace para ser una especie de escuela interna. Ella se convierte, en menos de una década, en un apéndice de la Rosacruz Kabalística y de la Facultad de Ciencias Herméticas. Se supone que ya en 1901, un estudiante diplomado en esta Facultad, se encontraba en condiciones de ingresar a la Orden Martinista, donde podría especializarse en estudios generales, en la mística y la tradición oriental, en la francmasonería y su simbolismo o en las adaptaciones artísticas. Es sumamente importante destacar que todos estos objetos de estudio de las logias de la Orden Martinista, estaban completamente alejados de los fines y enseñanzas que había establecido el propio Saint-Martin. Un vistazo al plan de estudio de cada grado, nos revela una recalcitrante estructura académica, y que la mayoría de los contenidos son completamente extraños a las enseñanzas del Filósofo Desconocido. 

VI. Los martinistas modernos



Por aquellos años se popularizó un nuevo uso del término martinista, que rápidamente se transformó en su acepción moderna. Por él se refería, ya no al lector y estudioso de los textos del Filósofo Desconocido, sino a quien había sido iniciado de forma virtual en la Orden Martinista.

El ocultismo veía a la Sabiduría Perenne de una manera que se acercaba, en cierta medida, al pensamiento guenoniano sobre la Tradición Primordial. Se especulaba con que se trataba de una especie de doctrina ancestral de donde provienen todas las escuelas espirituales. Además, se creía que sólo algunos grandes maestros poseían sus secretos. Si bien Papus se alejó de la teosofía por considerar que los "mahatmas" de Blavatzky no eran los únicos que dominaban esta ciencia, siempre se manifestó a favor de la existencia de una Tradición ancestral madre de todas las escuelas.

Bajo éste ideario, los ocultistas creyeron encontrar la solución al problema pansófico en la fusión de todas las doctrinas. Esto, en teoría, reconstruiría el culto puro y verdadero. El problema es que para ellos se trataba de una afirmación literal. No lo veían como un simbolismo que remitía al origen Divino de la Sabiduría, o al conocimiento perfecto que el Hombre Primordial obtenía de Dios. Confundieron el símbolo con lo simbolizado y tomaron al pie de la letra los mitos acerca del origen de la Tradición Primordial. Por este motivo alentaban a los estudiantes a realizar un gran esfuerzo para ampliar sus saberes en todas las artes ocultas a su alcance.

Semejante interpretación, implicó que la mayoría de los nuevos martinistas, nunca practicaron la Vía Íntima. Ya que ni siquiera se interesaron en leer a Saint-Martin, porque se afiliaban al martinismo por sus intereses en estudiar otras disciplinas de moda, como la magia, el simbolismo egipcio y el masónico, la hipnosis, los fenómenos paranormales, la cábala, el espiritismo, la alquimia, el ocultismo, etc.

En la doctrina del ocultismo estaba completamente ausente la noción de Saint-Martin de las tablas de la verdad. Este concepto explica la forma de representar y trasmitir los Signos Primitivos que constituyen, en sí mismos, la Sabiduría Perenne y, por lo tanto, la denominada Tradición Primordial. Pero lo más interesante acerca de esta explicación, es que admite la existencia de múltiples corrientes espirituales sin necesidad de una cadena histórica. Saint Martin, que tiene una postura completamente opuesta a los guenonianos, nos dice que suele ocurrir que a medida que la cadena histórica se prolonga, se deforma la tabla de la verdad de esa corriente particular. Estas sucesivas alteraciones terminan por volver la Revelación del Elegido prácticamente inútil. Coloca en esta situación a los chinos, a los árabes, a los hebreos y a los hindúes.

VII. Conclusión

El martinismo es una corriente, dentro de la cual se encuentra la orden que fuera introducida por Gerard Encausse y Augustin Chaboseau en 1889. Las mismas crónicas de la creación de la Orden Martinista, indican que existían diferentes vertientes y que ella fue conformada sólo por dos líneas, una la de Abbé de La Noue y la otra, la de Jean-Antoine Chaptal. Los protagonistas reconocen otras filiaciones contemporáneas, al convocar a todos los martinistas existentes a integrarse a la nueva Orden. Fue así que las órdenes martinistas modernas, interés por el ocultismo mediante, se llenaron de iniciados virtuales que se llamaban a sí mismos "martinistas", pero que nunca transitaron la Vía Íntima. El gran público conoció a Saint-Martin, pero sólo unos pocos conocieron su obra. Por error, muchos tomaron como enseñanzas de Saint-Martin al coqueteo del ocultismo con todo tipo de disciplinas. Sin embargo, a pesar de la gran difusión a nivel mundial del Filósofo Desconocido, la verdadera Vía Íntima permanecería casi tan inaccesible como antes de la creación de la Orden. Esto explica porque, habiendo pasado tanto tiempo desde que la Orden Martinista fue instaurada en España y en Ámerica Latina, las obras principales de Saint-Martin o bien no se encuentran aún traducidas al español, o sus traducciones, como La  Tabla Natural, son sumamente recientes.

En la post-guerra, con la muerte de Papus, llega el fin de la utópica Facultad de las Ciencias Herméticas. La Orden Martinista entra en crisis y, para sobrevivir, debió replantearse sus objetivos. Pero esto, forma parte de una etapa que abordaremos en otro artículo.




Atanasio




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