Continuamos explorando el simbolismo de
los denominados Arcanos Mayores del Tarot. En ésta ocasión, nos
ocupa la segunda carta, denominada La Papesse. No hay que olvidar que
éste es el primer truco del acto del Mago del Primer Arcano. Por
lo tanto, debemos contemplar esta carta como la obra de éste
demiurgo que actúa como causa aparente de todo lo creado.
La Papesse, es una sacerdotisa suprema.
Ella es el reflejo pasivo de su demiurgo. Así, el Mago, es un hombre
que se encuentra de pie, mientras que la carta II es representada por
una mujer sentada. Nuestra papisa esta delante de dos columnas que
son la alegoría del binario. Es la lucha de los opuestos
complementarios. Sin embargo, el binario está cubierto por una tela,
que trata de ocultar la dualidad, pero que no logra hacerlo del todo, porque se ve una de las columnas por debajo de la misma. La papisa
sostiene sobre la falda un libro abierto. Él es el símbolo del
conocimiento sensible, que se obtiene por la observación del mundo
material. Si estuviera cerrado, nos hablaría del saber
oculto. Finalmente, otro detalle importante, es que la mitra de la
papisa está constituida por tres coronas, que simbolizan su poder.
Entonces, ¿Quién es nuestra suprema pontífice?
Ella es la Sacerdotisa más antigua. Se trata de la Diosa Telúrica.
La Madre Tierra, dadora de todos los frutos. Es la Gaia griega, la Tellus Mater romana, la Pachamama incaica. Es la Madre de todos los
seres de la tierra. Su tiara de tres coronas representa los tres
reinos: el mineral, el vegetal y el animal. Pues, la generación comienza con los minerales que están en el suelo, o sea su cuerpo, que nutren a los vegetales. Estos, constituyen el sostén de los animales herbívoros, que se convierten en el alimento de los carnívoros. La cadena alimenticia, donde el ser más
complejo devora al más simple, nos enseña que en esté mundo material, lo superior es sostenido por lo inferior. El hombre toma su sustento de los seres inferiores y la Tierra misma, se fertiliza con los cuerpos en descomposición.
En contraposición al mundo espiritual,
donde lo superior alimenta y engendra a lo inferior, en la tierra
tenebrosa en que hemos caído, las relaciones están invertidas. La
propia fertilidad de la tierra depende de que la vuelva a nutrir éste
cìrculo, en el que sus hijos se devoran unos a otros. Porque esta diosa
se alimenta de la muerte y de los desperdicios de su propia progenie.
Para volverse fértil, es necesario que los compuestos de los seres
que ha generado regresen a sus entrañas. Es por éste motivo, que en
todos los cultos a las diosas de la tierra (que buscan asegurar su
fertilidad para la cosecha), se realizan sacrificios enterrando en cuevas o en pozos
las propias producciones que ella ha dado. Porque la fertilidad de la
tierra, es algo imperfecto y delicado. Encontramos que ella está
atravesada por zonas áridas que han sido fértiles en otros tiempos.
La continuidad de su poder fructificador, depende de que sus criaturas le regresen lo que tomaron de ella misma. La madre Tierra es como Cronos, que devora a sus
hijos. Ella está condenada a alimentarse de sus propios
despojos.
Detrás de este ciclo de muerte y
generación, encontramos la lógica central del segundo Arcano: la
Dualidad. Porque sin los principios opuestos que combaten entre sí,
sería imposible el ecosistema. Los opuestos, manteniéndose en una
guerra continua, alimentan a la madre que los han engendrado. Sin
embargo, la tierra oculta éste perverso mecanismo detrás de un velo
al producir todo tipo de frutos y seres. Pero, si prestamos atención,
ninguna de sus múltiples especies ni formas, pueden escapar a su
destino final de la multiplicación y de la muerte. Es así, que para
multiplicarlos los divide en dos. Esto es evidente en la reproducción
sexual. Pero, igualmente, para una célula es imposible multiplicarse sin dividir
su núcleo. La multiplicación de los seres impulsa la cadena alimenticia, cuyo desperdicio final se incorpora nuevamente
al suelo para recomenzar el ciclo de muerte y generación.
No debemos olvidar que la Tierra, aún con todos los elementos y riqueza que posee, no puede por ella misma generar la vida. Sino, que depende de algo exterior: el Sol. Esto nos dice que esta diosa, es en verdad el principio pasivo. Que carece de luz propia. Como tal, es la materialización de la energía astral lunar. Corresponde al auge de las antiguas civilizaciones agrarias, al matriarcado como organización social. Es decir, simboliza la Edad de Plata de la tradición occidental.
Si comparamos los seres espirituales y los materiales, veremos que mientras La Unidad emana seres espirituales simples y completos a su imagen y semejanza, la materia es generadora de seres compuestos que llevan,
en su propia creación, el germen de su destrucción. Pues, los
compuestos deben separarse para regresarle a la tierra lo que ella
les cedió en su comienzo. Es así, que la Naturaleza compite consigo misma, y en esta competencia no hace más que agotar la energía que el Sol le cede. Porque ella es incapaz de generar nada nuevo, pues lo que da a uno, se lo ha quitado previamente a
otro. En cambio, la Unidad puede emanar infinitos seres, sin perder nada en ello, y sin necesidad de recobrar lo que ha cedido. Tal como la luz de una vela, que puede encender a otras sin el temor de extinguirse al multiplicarse.
La corrupción de los seres materiales se origina en su propia creación. Es algo externo e
involuntario a ellos. Mientras que la corrupción de los seres
inmateriales sólo proviene de su interior. Porque al constituir una unidad en sí mismos, no puede afectarlos nada externo. Son los propios seres inmateriales, por su
voluntad, los que deciden alejarse de la Unidad y corromperse. He
aquí, que la corrupción externa e involuntaria de los seres
materiales, que observamos en éste plano, debe ser para la humanidad
exiliada, un recordatorio permanente de que la misma humanidad ha
sido el origen de su propia corrupción y de su propia Caída al
reino de la materia.
"Por fin, si queremos tomar una idea de
las cosas temporales, consideremos nuestra atmósfera; ella presenta
fenómenos que pueden retrotraernos al origen. A menudo, durante toda
una mañana , de sombrías nieblas, donde una densa masa de vapor, se
extiende por los aires, parece elevarse contra la luz del astro del
día, y oponerse a su claridad; pero pronto el sol que goza de toda
su fuerza, rompe esta barrera, disipa la oscuridad, y separa estos
vapores en mil nubes, entre las que los más puros y los más ligeros
son atraídos por el calor, mientras que los más groseros y los más
malsanos se precipitan sobre la superficie de la tierra, para
relacionarse con ella y mezclarse allí con diversos y confusos
materiales: este cuadro físico es propicio para instruirnos."
Louis Claude de Saint Martin - Tableau naturel des rapports qui existent entre Dieu, l'Homme et l'Univers
Frederik
*
* *
Arcanos del Tarot – II. La Sacerdotisa – Serie Simbólica 8 por Sociedad de Estudios Martinistas se distribuye bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial 4.0 Internacional.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.