martes, 16 de junio de 2015

Martinismo y Masonería - Saga Esencial III - Serie Breve 31




El martinismo, en ciertas circunstancias históricas y culturales, se ha organizado como una orden.  Esta estructuración, en algunos casos, ha generado una confusión considerable. Por simple analogía, se le ha atribuido propiedades y características de otras escuelas que le son completamente ajenas, e incluso hasta contrarias a su esencia. Uno de los más frecuentes e impropios trasvases es con la masonería. Conviene dejar en claro que la vía que legó Saint Martin, nació como una sociedad de iniciados, cuya trasmisión es eficaz sólo por el vínculo entre el maestro y el discípulo. Por lo tanto, la configuración de orden para el martinismo no es esencial, sino meramente coyuntural. La vía íntima existe independientemente de que sea organizada como una orden. En cambio, no es posible hacer masonería sin el sostén de una orden.

Hay muchos martinistas que son buscadores solitarios y que han recibido su iniciación en una trasmisión de maestro a discípulo, sin jamás pertenecer a una orden. Lo que resulta impracticable para un masón, ya que para ser iniciado se necesitan de al menos tres maestros. Por lo tanto, es imposible hacer masonería sin una obediencia. La masonería descansa en la orden misma, la jerarquía, los estatutos y los grados. En el martinismo pueden extinguirse todas las ordenes actuales, pero no implicaría que ya no haya martinistas, ni mucho menos la extinción del martinismo como corriente espiritual. Ya que continuaría viva la llama de la transmisión de maestro a discípulo.

Muchos autores masónicos que escriben sobre martinismo, se preocupan por demostrar el linaje de tal o cual orden, de tal o cual vertiente martinista. Esto no tiene el mismo impacto que en la masonería. Al no existir una continuidad histórica de la estructura de orden, ni ser necesaria para propiciar la iniciación, tales investigaciones no prueban ni desaprueban la validez de una transmisión. Los certificados, las cartas patentes y demás documentos administrativos, son más bien accesorios en el martinismo. Algunos se preguntarán ¿Cómo hace un martinista para constatar que ha recibido una iniciación verdadera más allá de los certificados? Lo hace tal como lo han hecho todos los iniciados a lo largo de la historia en Oriente y en Occidente. Porque la certificación, es sólo una cuestión moderna, conveniente para las instancias administrativas de una orden. Sin embargo, existen otros mecanismos que permiten constatar tales asuntos. Y estos son mucho más antiguos que el martinismo y que la masonería. Aunque en el pasado, tales dispositivos se han mantenido bajo el velo de los misterios, hoy podemos indicar que la prueba de que la transmisión es valida sólo puede revelarla la eficacia de la operatividad. Los papeles y los sellos pueden ser falsificados, la operatividad de la vía no.

Muy por el contrario, un masón puede practicar durante años un rito, sin enterarse jamás si los sellos, los certificados y las patentes son apócrifos. Esto significa que la masonería moderna no tiene forma de constatar operativamente la validez de la cadena iniciática. Porque carece de una practica explícita y directa. Se trata sólo de una adaptación que ha perdido su impronta operativa original. Como tal, se mantiene en lo meramente especulativo. Semejante sesgo, le ha llevado a contentarse con recurrir a certificados, sellos y registros para reconocer sus linajes y a sus iniciados. Pero el martinismo, siendo esencialmente operativo, no depende de estos elementos externos y burocráticos.

Entre masones y martinistas existe el debido respeto de los iniciados. La masonería especulativa es una de las grandes instituciones iniciáticas de Occidente. Por lo que el martinista reconoce en los masones su calidad de artesanos iniciados. El hecho de ser constructores especulativos, no altera su esencia de iniciados occidentales, aunque hayan perdido su operatividad explícita. Sin embargo, existe un prejuicio, una visión distorsionada de algunos minoritarios grupos masónicos sobre el martinismo que, por desconocimiento,  los induce a aplicar conceptos masónicos a una tradición muy diferente.

Uno de estas nociones, por ejemplo, es el de landmarks martinistas. Trasladar esta idea al martinismo es algo inapropiado. Los landmarks se refieren a los deberes, usos y costumbres que se trasmiten masónicamente. Un landmark, es un principio constitutivo del Orden masónico. Es mucho más que algo que se reitera, en los distintos Ritos. Esto carece de sentido en el martinismo, porque la esencia no reside en los deberes, los usos y las costumbres, sino en la operatividad. Quien crea que la máscara, el manto y el cordón, constituyen landmarks martinistas, no han comprendido la operatividad de estos elementos. Ni ellos, ni otros elementos que se utilizan, definen el Orden institucional, sino que son recursos para el trabajo que cada martinista realiza. Además, si en la propia masonería los landmarks son discutidos y cuestionados, en el martinismo estos asuntos son absolutamente irrelevantes, ya que lo central es la praxis.

Otra confusión notable, surge de que Saint Martin fue iniciado en cierto rito, y en base a este hecho, una minoría de dicha obediencia reclama para sí la herencia del Filósofo Desconocido. Debemos advertir al respecto que no existe masonería alguna que contenga las enseñanzas de Saint Martin. Es cierto que fue iniciado masón y que conoció de primera mano la organización. Pero, rápidamente se apartó de los métodos y de los fines masónicos. Porque, como lo expresó en varios escritos, veía en la masonería más un impedimento, que un auxilio para la realización espiritual.  Y, para que no quedaran dudas respecto de que rechazaba a la masonería como vía, renunció por escrito e hizo borrar su nombre de los libros de la orden. Por lo tanto, de acuerdo a los propios usos masónicos, tal filiación fue dejada sin efecto para la posteridad. Podemos afirmar, sin temor a equivocarnos, que Saint Martin no dejó legado alguno en la masonería.

Algunos sacan de contexto lo que Saint Martin escribió en una correspondencia privada acerca de que, si no había mejores opciones disponibles, la masonería podía tener alguna utilidad para introducirse mas tarde en la Vía Íntima. Es evidente, que tal afirmación no alcanza para sostener que el martinismo se encuentra en la masonería. Además, debemos advertir que Saint Martin no se equivocó, muchos han descubierto el martinismo gracias a que incursionaron primero en la masonería. 

Tanto en la masonería como en el martinismo existen símbolos, y algunos son comunes a las dos tradiciones. Sin embargo, cuando se avanza en la interpretación, encontraremos notables diferencias. Esto sucede porque si bien el símbolo es el mismo, su significación se elabora sobre una base metafísica diferente. Mientras que la masonería da un valor artesanal, el martinismo le atribuye un significado teosófico.

La liturgia colectiva es, quizás, la mayor fuente de mal entendidos. Debemos decir que los rituales colectivos son una construcción moderna en el martinismo. Fueron introducidos por Papus y luego Téder les terminó de dar forma. Esto sucedió porque el martinismo original era un soporte sólo de maestro a discípulo. La decisión de Papus y de Chaboseau de crear una orden, derivó en la necesidad de rituales colectivos. Estos rituales, elaborados por quienes se encontraban en contacto con la masonería, incorporaron algunos formatos masónicos. Por ejemplo, es común encontrar fórmulas que agregan al nombre sagrado IESCHOUAH la expresión  G.A.D.U. (Gran Arquitecto del Universo) o la de S.A.D.L.M. (Supremo Artífice de los Mundos), ambas utilizadas por la masonería especulativa. Sin embargo, las concepciones detrás de estas convenciones son bien distintas cuando se utilizan en la masonería y en el martinismo.

Como vemos, entre martinismo y masonería existen grandes diferencias. Las relaciones, en general, han sido y serán siempre respetuosas como corresponde entre iniciados. Pero el martinismo no es sólo una orden, una escala de grados superiores o una escuela interna. Se trata de  dos caminos bien distintos y completamente independientes.

El trabajo masónico es especulativo y dialéctico, y la realización se basa en la obediencia a la orden. Dentro de esta estructura jerárquica, los distintos Ritos, poseen objetivos y enseñanzas muy diferentes, e incluso opuestos entre sí. Así, encontramos diversos fines, según la inclinación de la obediencia masónica que observemos. Ellos pueden ser tan dispares como sociales, laicistas, filantrópicos, culturales, políticos, filosóficos, humanistas, científicos, etc. Casi cualquier manifestación del pensamiento humano puede ser contenido en una estructura masónica.

El martinismo, por el contrario, plantea siempre un objetivo exclusivamente espiritual. Su carácter es cristiano. Su ámbito es el esotérico. Su estructura puede asumir la forma de orden o la de iniciación libre. Su esencia es operativa. Su método consiste en el trabajo íntimo y cardíaco en el oratorio del iniciado, siempre sobre sí mismo y en busca de la Regeneración.



Constancio



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