viernes, 31 de julio de 2015

Las Edades del Hombre - Saga Esencial IV - Serie Breve 33



El mito de las cuatro edades: Oro, Plata, Bronce e Hierro, aparece por primera vez en “Los Trabajos y los Días” de Hesíodo. Se trata de una descripción de ciertos procesos cosmogónicos, que nos muestran los distintos estados del Hombre. Hesíodo, incluye una quinta raza o edad, los Héroes, entre la Edad de Bronce y la de Hierro. En ella, hay cierta reminiscencia de la Edad de Oro, interrumpiendo la progresiva decadencia. Conviene observar que en la mitología, por lo general, un Héroe es el resultado de la unión entre un Dios y un mortal. Lo que nos indica que el Héroe representa el aspecto espiritual del Hombre, en vez de una raza metálica. Ovidio, al retomar el mito de las Edades en “La Metamorfosis”, sólo menciona las cuatro edades metálicas, dejando de lado la raza de los Héroes.
Las cuatro Edades constituyen un simbolismo del Ciclo de la Humanidad, que representa la naturaleza cuaternaria y central del Hombre Universal. Es verdad que en todos los procesos humanos puede verse reflejada esta esencia, pero son sólo ecos muy difusos de las cuatro Edades o Movimientos en los que se Divide el Ciclo del Anthropos Celeste.
Es común que se le de a las Edades un enfoque temporal terrestre, sin embargo esto no fue siempre así. Recién alrededor del año 400, San Jerónimo, el autor de la Vulgata, interpretó el mito de las Edades como acontecimientos históricos y los fechó. No cabe dudas que éste padre de la iglesia tenía una visión literal de los textos mitológicos, y así es como se introdujeron estos sesgos en la iglesia latina.
Desde el siglo XVIII, las modernas escuelas esotéricas han tomado las Edades como parte importante de sus enseñanzas ocultas. Su simbología, fue introducida en los mitos de fundación de casi todas las instituciones espirituales surgidas en Occidente. Lo que llevó a la necesidad de remontar el origen de estas escuelas, o de su Tradición, a una época histórica que pueda ser representativa de la Edad Oro. Ya que esta etapa del Ciclo del Cuaternario, representa la esencia espiritual original que le fuera insuflada al Hombre Primordial.

Debido a la confusión del simbolismo cosmogónico con los sucesos históricos, se creó una idea falsa de que en los tiempos pretéritos, asimilados a las edades de Oro, de Plata y de Bronce, los seres humanos poseían naturalmente facultades que propiciaban el contacto con lo espiritual, mientras que hoy nosotros carecemos de ellas. Esto es completamente infundado, ya que las posibilidades de realización espiritual no son mayores, ni menores en nuestra época que en el Medioevo o en la Edad Antigua. El individuo está igualmente caído y separado de la Verdad en todos los tiempos históricos. La problemática es la misma, y siempre encontramos instituciones o grupos que fomentan, divulgan y perpetúan los métodos de realización espiritual. A pesar del devenir, el plano material, se ha mantenido a la misma distancia del Centro Espiritual. La humanidad caída corre la misma suerte y enfrenta los mismas dificultades de fondo: la conciencia de la pluralidad desconectada de la Unidad. Si bien, es obvio que el transcurrir del tiempo en éste plano genera distintos matices con los que se nos presenta este único e inmutable problema a resolver, los mismos son simples reordenamientos de los aspectos aparentes y secundarios de esta cuestión esencial. Estas diferentes manifestaciones no modifican jamás las circunstancias de la humanidad en su conjunto.

Esta invariabilidad en el grado de dificultad en la realización espiritual a lo largo de los siglos, se hace evidente cuando observamos que las distintas Revelaciones que se han manifestado en el orden temporal, rara vez tuvieron un impacto masivo entre sus contemporáneos. Las grandes corrientes religiosas y filosóficas, al principio, sólo fueron aceptadas por un grupo muy reducido. Por citar algunos ejemplos, tanto el budismo como el cristianismo tardaron siglos en ser reconocidos mayoritariamente.

¿Cómo puede ser que nuestros ancestros poseyeran facultades espirituales más firmes que nosotros y formando una sociedad más tradicional y trascendente, no pudieron advertir rápidamente el valor espiritual de las doctrinas mas puras? Es evidente, que el hombre desde su Caída, se ha encontrado siempre en idénticas condiciones de degradación y con las mismas cualidades potenciales. La idea de que todo tiempo pasado fue mejor, no es mas que un sentimentalismo, cuya raíz es la reminiscencia del verdadero Estado Primordial, anterior a la Caída y absolutamente ajeno a todo tiempo histórico.   


Nadeo


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