sábado, 26 de abril de 2014

Los Dos Seres: La Síntesis Teúrgica de la Vía Íntima - Serie Breve 6



Una de las principales características de la vía íntima es la simpleza. Cuanto más sencilla es una vía, más crudas y directas son sus enseñanzas. Saint Martin, a pesar de la refinada prosa, no disfraza con ropajes amables los espinos y las zarzas del camino. Mucho menos, disimula las consecuencias de la Caída. Por el contrario, en sus escritos, nos advierte sobre ellas constantemente. Ante una vía seca y breve, como es el martinismo, no tiene objeto disimular la Verdad. Sería insensato incrementar las dificultades propias del hombre caído para encontrarla. La confusión interna del lector es un obstáculo, mas que suficiente, a la comprensión de la vía. Si Saint Martin hubiese encubierto sus enseñanzas en su prosa, muy probablemente, el martinismo sería hoy un camino desierto.

Algunos objetarán que las metáforas abundan en los escritos del Filósofo Desconocido. Sin embargo, su utilización no busca encubrir la Verdad, sino indicarla de la forma más llana posible. Estas expresiones manifiestan lo que no es factible de señalar por el lenguaje ordinario. Es decir, aquello que está más allá de la materialidad y de las formas psíquicas.

En los libros de Saint Martin, los sucesos de la vía son comunicados mediante ciertas expresiones de índole alegórico, que nos indican las cuestiones operativas. Pero, a veces, una luz demasiado fuerte nos ciega y no vemos nada. Entonces, aparecen aquellos que comentan el sentido de dichas expresiones, para remarcar el camino a quienes no logran percibirlo. Esta es la razón por la que hay tantos escritos que intentan esclarecer a Saint Martin. A pesar, de que Saint Martin ha sido más claro y más crudo que sus investigadores. Otros estudiosos elucubraron teorías sobre como su obra refleja los pasos de la realización espiritual. Encontramos todos estos aportes realmente valiosos. Pero, es conveniente remarcar que un plan de la obra, no explica la práctica. Por éste motivo, a pesar de nuestras limitaciones, tratamos de ocuparnos y de difundir los aspectos operativos en la obra de Saint Martin.

Para entender mejor a qué nos estamos refiriendo, veamos un ejemplo sobre la sencillez de medios y la claridad de conceptos con los que el Filósofo Desconocido nos alecciona en su obra.

La gran mayoría de los autores, incluido Pasqually, tienen una clasificación sofisticada de los coros y las entidades luminosas. Y otra, igualmente de enredada, para las jerarquías y las entidades tenebrosas. Estos complejos sistemas, entienden por práxis que el iniciado se ponga en contacto con algunas de estas entidades luminosas. Se supone que pueden otorgarle, de acuerdo a su rango, desde favores menores, hasta la iluminación. Mientras, que al mismo tiempo, debe evitar o repeler a las tenebrosas, que pueden desfavorecerlo, e incluso, provocarle grandes daños. Por eso, consideran necesario la utilización de rigurosos y complicados rituales, que están plagados de pases, elementos y símbolos. Recomiendan, igualmente, estrictos preparativos. Así como la portación y trazado de varios sellos. Además, se prescribe que estos rituales deben ser efectuados en determinados días del año y a ciertas horas. Pues, se supone, que de esta manera las esferas del astral no interfieren con la operación y las puertas están abiertas para que el trabajo pueda llevarse a cabo.

El Filósofo Desconocido, toma una perspectiva completamente diferente. Si quitamos todos los adornos y alegorías innecesarios, veremos que luego de atravesar estas espesuras astrales, nos encontraremos frente a las dos puertas que hay en el Corazón del hombre. La superior, por donde penetra la Luz, y la inferior, que conecta con nuestra parte obscura. Allí, hay dos agentes o guardianes de las puertas. Uno llamado el Amigo Fiel, y el otro denominado el Enemigo. La obra consiste en contactar éste Amigo Fiel, escuchar su consejo y que nos ayude a levantar nuestro Templo. Porque el Enemigo obstruye la puerta superior del Corazón y no permite que ni el hombre ni su Amigo Fiel, puedan acceder a la Luz. El Enemigo, es el Agente de confusión que, desde la Caída, usurpa el lugar del Amigo Fiel. 

Los coros luminosos y tenebrosos se descartan, porque no son más que desarrollos virtuales de estos dos Seres Primordiales que habitan en el Corazón del hombre. Tanto el Amigo, como el Enemigo, son el origen y el fin de estas incontables criaturas. Ellas, son sólo los aspectos  parciales y secundarios de los dos Seres causales que nos señala el Filósofo de Amboise. No debe extrañarnos, entonces, que otros maestros hayan alcanzado esta iluminación. Como Alphonse Louis Constant, que prohibía a sus discípulos realizar invocaciones y llamaba a las jerarquías y coros espíritus hipotéticos.

La vía íntima aborda la problemática de los agentes intermediarios con gran sencillez y claridad. Va a su esencia. Ataca la raíz del asunto, sin necesidad de recurrir a confusos órdenes y jerarquías externas. Saint Martin nos señala el proceso íntimo que tratan de activar todos estos trabajos exteriores. Y es tan eficaz en hacerlo, que nos demuestra que estos mecanismos exógenos, no son necesarios a nuestros fines. Porque su única utilidad práctica reside en la capacidad de articular un cambio interno. Entonces, conociendo qué es lo que modifican, podemos simplificar pasos y trabajar directamente en nuestro Corazón. Por lo tanto, no es necesario recurrir al auxilio de estos complejos cultos. Que, en realidad, son sólo una mera sustitución ilusoria de un proceso interior.

Saint Martin, al alcanzar un profundo conocimiento de los mecanismos por los que se opera la Reintegración, decide simplificar la vía. Descarta todo lo que no sea esencial y la reduce a su mínima expresión. La lucha del Bien y del Mal en la cosmogonía macrocósmica, expresada por los Coros y Jerarquías, tiene su correspondencia microcósmica en el combate singular dentro del Corazón del hombre caído. La infinitud de Seres luminosos y tenebrosos que pueblan el Universo de los cohen, es magistralmente sintetizada en la vía íntima. La clave del drama cósmico se reduce siempre a los dos Seres que habitan en nuestro Corazón. Porque ellos agotan, en su dualidad, todas las variantes posibles del arquetípico combate de los opuestos.



Nadeo


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